sábado, 24 de agosto de 2019


 EL PULIJÓN SE VA A LA “TABANERA”
Nuestra asociación se ha comprometido en dar a conocer algunos de los puntos más atractivos y valiosos de los parajes naturales que conforman los arribes del Duero y Tormes. Si el pasado año descubrimos aspectos desconocidos en el término municipal de Pinilla, en éste fue  una parte del término de la Tabanera en Fermoselle. Guiados por José Luis, Roberto y Begoña, conocedores de la zona a visitar, se culminó una jornada medioambiental que no está al alcance de todos.
A las 9 de la mañana un grupo de 80 socios se encaminaron hacia el lugar seleccionado. La primera parte se hizo en coche y la última a pie. La mañana se ofreció fresquita lo que colaboró para que la marcha se realizase con más rapidez. En la fase de aproximación a la zona de partida Roberto informó del tramo a recorrer visto en lontananza. 
Llegado al punto de inicio de la actividad fue José Luis, encaramado en un peñasco, quien explicó en qué consistía el paseo medioambiental. Nos habló como desde hace dos años, a consecuencia del incendio que calcinó una parte importante de monte de su padre, se propuso reconvertir aquella amarga experiencia y trabajar para conseguir lo que es hoy, una especie de reserva botánica. 
Utilizando las herramientas y maquinaria apropiadas se ha dedicado a desbrozar, podar, cortar los arbustos y árboles afectados, replantar, construir senderos, limpiar el matorral, etc. Con mucho mimo y esmero ha recuperado parte del monte bajo conservando el hábitat autóctono complementándolo con nuevas especies vegetales propias de los Arribes.
Ya dispuestos a caminar y siguiendo el recorrido marcado, los tres guía dieron exhaustivas explicaciones del lugar y del entorno. 
Se pudieron contemplar antiguos corrales ganaderos, la señalética utilizada para indicar la demarcación de cada propiedad a base de cruces grabadas en las piedras, las formas inverosímiles de las rocas, el arribanzo hacia el Tormes y el Duero con el embalse de Bemposta incrustado en el cañón y hasta se atrevieron llegar al el vértice geodésico que señala la máxima elevación de este término.
Pasadas dos horas largas concluyó la actividad con un almuerzo de hermandad ofrecido por el Pulijón a base de embutido, queso y hornazo que ayudo a la reposición de energías necesarias para el regreso.
Ha sido una experiencia, que a decir de los senderistas, le quedará para el recuerdo y que habrá que repetir en años venideros.





























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