ANTONIO GARCÍA VICENTE
PREGONERO EN FERMOSELLE
Antonio, el conocido “niño programador”
que con tan solo 11 años ha maravillado al mundo de la informática y la
programación, ha sido designado como pregonero de las fiestas “San Agustín
2019” en Fermoselle (Zamora). Aunque nacido en Villanubla (Valladolid), sus
ascendientes, y más concretamente su abuelo materno, es natural de la Villa fermosellana.
Últimamente se ha hecho famoso por su intervención en el programa televisivo
“El Hormiguero”. Pero para llegar ahí, ya a los 8 años dio su primera charla
TED, es miembro del Club de Jóvenes Programadores de la Universidad de
Valladolid y fechas atrás disertó como conferenciante en el congreso “The
Future of Advertising” de Madrid.
Ha sido un pregón excelentemente
articulado, pronunciado con verbo ágil y con
gran dominio de la oratoria…y sin papeles delante Un pregón familiar,
festivo y hasta reivindicativo. Mereció
la pena seguirlo en vivo.
Para los que no pudieron hacerlo, aquí
va el documento entero. Merece la pena leerlo con sosiego y disfrutar de su
mensaje. Gracias, Antonio, por tu sabiduría, por tu saber estar y por tu
valentía.
“¡Hola
Fermoselle!
¿Qué
tal estáis?... ¡Cuánto me alegro de estar aquí hoy!
¡Vaya
ambientazo y vaya ganas de fiesta que tenéis!, ¿eh?
No
os asustéis y no penséis que vaya niño más gamberro, que me he colado aquí… ¡que
no soy ningún bromista!
No,
no, yo soy Antonio García Vicente, soy programador y doy charlas sobre
tecnología. Tengo 11 años y vivo en Villanubla, un pequeño pueblo de Valladolid
que tiene bastantes cosas en común con Fermoselle. Y tengo
el grandísimo honor de ser el pregonero de vuestras fiestas de San Agustín
2019.
Lo
primero, quiero dar las gracias al ayuntamiento de Fermoselle por darme esta
oportunidad. Y es que, he dado charlas para empresas muy importantes, o en
programas de televisión muy conocidos, pero nada ha sido tan especial como
esto, porque hoy voy a hacer feliz a una persona a la que quiero muchísimo y
que está aquí también: a mi abuelo José Dacio Vicente Villarino, fermosellano como
vosotros. Él, como muchos otros, se fue del pueblo, hace muchos años, para
buscar trabajo.
Y
esa es una de las razones por las que hoy estoy aquí, porque represento un poco
el pasado y el futuro.
Sí,
el pasado, como os he dicho, por mi abuelo.
Era
el pequeño de cinco hermanos: Angelita, Fernando, Isabel, Milagros y él. Tuvo
que dejar el colegio muy pronto, con tan solo 9 años, al morir su padre y se
puso a trabajar ayudando a su madre a vender fruta por los pueblos.
Fueron
tiempos muy difíciles. Su hermana Isabel tuvo que marchar a Argentina con tan
solo 15 años y nunca pudo volver ni a Fermoselle ni tan siquiera a España. Pero
formó su familia, y pasados los años hemos podido conocer a parte de los primos
de allí.
Al
morir mi bisabuela, mi abuelo tuvo que irse tras su hermano Fernando a Bilbao
para probar suerte allí. Así, él también se convirtió en uno más de los
emigrantes que en los años 50 y 60 salieron de Fermoselle al País Vasco,
Cataluña o fuera de España.
Sus
hermanas, Angelita y Milagros, fueron las únicas que sí vivieron toda su vida
en Fermoselle, pero actualmente, ya sólo queda mi abuelo de todos ellos.
Así
que, quiero que mi pregón sea hoy un homenaje a todos ellos, a mi familia que
está y a la que no, a los fermosellanos que se fueron y no pudieron volver, a
los que nunca se marcharon y siguieron manteniendo la belleza de este lugar y a
los que vuelven ahora orgullosos de sus raíces.
Eh,
pero no todo han sido cosas tristes. Le he preguntado a mi abuelo, a mi madre y
a mis tíos qué recuerdos tienen de Fermoselle y de sus fiestas, porque era en
esos días en los que volvían a ver a la familia y a disfrutar de todo lo que
habían dejado aquí.
Me
han contado cómo son las fiestas, los encierros, que alguna vez se escapaban
los toros por los viñedos y había que ir a por ellos…
También
me han explicado cómo se montaba la plaza, que es una maravilla, que por lo que
me han dicho, sigue siendo la familia Tarabilla la encargada de montarla.
Enhorabuena, porque vaya trabajazo.
Mi
abuelo me dijo que antes, las familias iban al campo a ver los toros que se
iban a traer al pueblo, y así pasaban todos juntos un día fantástico, que por
cierto, creo que este año habéis retomado esa costumbre y os habéis ido a
Salamanca, ¿no?
También
me han hablado de las peñas, con un montón de historia, como la del Pulijón o la
Garrocha y mi madre, lo que más recuerda de pequeña, son las verbenas, porque
dice que estaban bailando, de repente sonaban los pitos y soltaban las
vaquillas y ella pasaba mucho miedo por si no les daba tiempo a subirse al
tendido.
Pero
a todos se les ilumina la cara cuando hablan de la belleza del entorno. Me han
contado que iban a bañarse a la Cicutina, a coger moras por la carretera del
cementerio y mi abuelo dice que si un gallo canta en Fermoselle, se escucha en
dos naciones y tres provincias.
Y
toda esta maravilla que tenéis aquí hay que darla a conocer a todo el mundo.
Porque, ¡mira que es bonito Fermoselle! Yo es la tercera vez que vengo y me
encantan sus calles de piedra, tan estrechas y empinadas.
Pero
sé que ahora mismo tenéis un problema muy grave. Me ha dicho mi primo, que a
principios del siglo XX había casi 6,000 habitantes en Fermoselle, y que era
una de las principales villas de Zamora. Actualmente, sois algo más de 1200 y
eso hay que cambiarlo como sea y volver a darle el esplendor que tuvo en su
día.
Y
aquí viene la segunda razón por la que estoy yo aquí hoy, porque como os he
dicho, simbolizo también un poco el futuro, porque soy un niño y como cualquier
otro niño, me queda mucho por aprender y por vivir.
Y
así es como tenéis que ver a Fermoselle como a un niño que tiene una gran
historia detrás, pero un gran futuro por delante, al que hay que “educar y
preparar” de forma que se convierta en grande y robusto para seguir manteniendo
y enriqueciendo su historia.
Como
os he dicho, yo vengo de Villanubla, un pueblo de Valladolid, bastante más
pequeño que Fermoselle, pero que sin embargo, tiene casi el doble de
habitantes. Cuando mis padres fueron a vivir allí, hace veinte años, tan solo había
unos 900 habitantes, y ahora ya son más de 2.600. Me cuentan que estuvieron a
punto de cerrar el colegio porque no había niños, y ahora hemos tenido que
ampliarlo porque no cabemos. Y, ¿por qué ha pasado eso? Bueno, pues porque
ahora mismo hay muchos trabajos que se pueden hacer a distancia, sin necesidad
de desplazarse o de vivir en el mismo sitio que se trabaja, y eso permite que
en sitios rurales más apartados se puedan desarrollar negocios que antes eran
impensables.
Sí,
me diréis, claro, Villanubla está a 9 km de Valladolid, y las comunicaciones
son buenas, pero aquí no pasa lo mismo.
Tenéis
razón, por eso Fermoselle, aunque tenga tanta historia yo la veo como un niño
que le queda mucho por hacer y prepararse. Vosotros, sus habitantes, sois como sus
padres que tenéis que darle todo lo necesario para que se forme y desarrolle
adecuadamente. Así que, debéis pelear porque os mejoren las comunicaciones, las
carreteras, los servicios públicos, para que así la gente joven no se vaya como
pasó con mi abuelo y como sigue pasando. Que se dé la vuelta a la tortilla, y
se produzca el efecto contrario, que sea gente de fuera quien venga y descubra
las maravillas que tenéis aquí.
He
oído que también está pasando eso, que se están estableciendo bodegas por personas,
incluso de otros países, que llegan aquí y se enamoran del sitio, del clima, de
la gente y deciden quedarse.
¿Sabéis?
Cuando mis padres le decían a la gente en Valladolid o de fuera que íbamos a
estar hoy aquí, todo el mundo sabía dónde estaba Fermoselle, ¿por algo será,
no?
Y es
que, no por no vivir en una gran ciudad tenéis que conformaros con no tener las
cosas. Veréis, yo empecé a programar con 6 años, y enseguida vi que eso me
servía para estudiar en el cole de una forma más divertida, así que, enseñé a
mis compañeros y profesores lo que yo aprendía y montamos un club de
programación en el pueblo, en el que somos ya 54 niños de entre 6 y 16 años los
que creamos todo lo que se nos ocurre, y aprendemos jugando y jugamos
aprendiendo.
La
gente se sorprende de que no tengamos que ir a Valladolid para aprender
programación, robótica, ciencia, pero es que no hace falta, sólo hemos
necesitado ganas, creatividad e ilusión.
Y
eso es lo que cuento cuando doy las charlas a grandes directivos, a educadores
o hablo sobre el futuro tecnológico, siempre intento contagiar lo mismo, mi
“virus bueno” como a mí me gusta llamarlo, y ese virus bueno consiste en hacer
todo con ilusión y con pasión porque con ganas se consigue todo, el límite
nuestra imaginación, como decía Disney: “si lo puedes soñar, lo puedes hacer”,
y de eso se trata, de crear, de imaginar, de solucionar.
Si
tenéis problemas por un lado, tenéis que crear soluciones por otro. Tenéis que
ser creativos, aprovechar todo lo bueno que hay aquí, darlo a conocer y
aprovecharos de las nuevas tecnologías actuales para que nadie más tenga que
irse y que en pocos años, pase como en Villanubla, que Fermoselle se convierta
en el centro real de los Arribes del Duero y un punto importante en la economía
y el turismo de la provincia.
Estoy
segurísimo de que lo vais a conseguir, porque tenéis la materia prima necesaria
para lograrlo, solo os falta creer que podéis.
Así
que, vamos a empezar desde ahora mismo a enseñarle al mundo lo que los
fermosellanos sois capaces de hacer, comenzando por estas maravillosas fiestas,
así que no me enrollo más…
¡FELICES
FIESTAS DE SAN AGUSTÍN 2019! Y ¡VIVA FERMOSELLE!”
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