lunes, 19 de agosto de 2019

ANTONIO GARCÍA VICENTE
PREGONERO EN FERMOSELLE

Antonio, el conocido “niño programador” que con tan solo 11 años ha maravillado al mundo de la informática y la programación, ha sido designado como pregonero de las fiestas “San Agustín 2019” en Fermoselle (Zamora). Aunque nacido en Villanubla (Valladolid), sus ascendientes, y más concretamente su abuelo materno,  es natural de la Villa fermosellana. Últimamente se ha hecho famoso por su intervención en el programa televisivo “El Hormiguero”. Pero para llegar ahí, ya a los 8 años dio su primera charla TED, es miembro del Club de Jóvenes Programadores de la Universidad de Valladolid y fechas atrás disertó como conferenciante en el congreso “The Future of Advertising” de Madrid.
Ha sido un pregón excelentemente articulado, pronunciado con verbo ágil y con  gran dominio de la oratoria…y sin papeles delante Un pregón familiar, festivo y hasta  reivindicativo. Mereció la pena seguirlo en vivo.
Para los que no pudieron hacerlo, aquí va el documento entero. Merece la pena leerlo con sosiego y disfrutar de su mensaje. Gracias, Antonio, por tu sabiduría, por tu saber estar y por tu valentía.

“¡Hola Fermoselle!
¿Qué tal estáis?... ¡Cuánto me alegro de estar aquí hoy!
¡Vaya ambientazo y vaya ganas de fiesta que tenéis!, ¿eh?
No os asustéis y no penséis que vaya niño más gamberro, que me he colado aquí… ¡que no soy ningún bromista!
No, no, yo soy Antonio García Vicente, soy programador y doy charlas sobre tecnología. Tengo 11 años y vivo en Villanubla, un pequeño pueblo de Valladolid que tiene bastantes cosas en común con Fermoselle. Y tengo el grandísimo honor de ser el pregonero de vuestras fiestas de San Agustín 2019.
Lo primero, quiero dar las gracias al ayuntamiento de Fermoselle por darme esta oportunidad. Y es que, he dado charlas para empresas muy importantes, o en programas de televisión muy conocidos, pero nada ha sido tan especial como esto, porque hoy voy a hacer feliz a una persona a la que quiero muchísimo y que está aquí también: a mi abuelo José Dacio Vicente Villarino, fermosellano como vosotros. Él, como muchos otros, se fue del pueblo, hace muchos años, para buscar trabajo.
Y esa es una de las razones por las que hoy estoy aquí, porque represento un poco el pasado y el futuro.
Sí, el pasado, como os he dicho, por mi abuelo.
Era el pequeño de cinco hermanos: Angelita, Fernando, Isabel, Milagros y él. Tuvo que dejar el colegio muy pronto, con tan solo 9 años, al morir su padre y se puso a trabajar ayudando a su madre a vender fruta por los pueblos.
Fueron tiempos muy difíciles. Su hermana Isabel tuvo que marchar a Argentina con tan solo 15 años y nunca pudo volver ni a Fermoselle ni tan siquiera a España. Pero formó su familia, y pasados los años hemos podido conocer a parte de los primos de allí.
Al morir mi bisabuela, mi abuelo tuvo que irse tras su hermano Fernando a Bilbao para probar suerte allí. Así, él también se convirtió en uno más de los emigrantes que en los años 50 y 60 salieron de Fermoselle al País Vasco, Cataluña o fuera de España.
Sus hermanas, Angelita y Milagros, fueron las únicas que sí vivieron toda su vida en Fermoselle, pero actualmente, ya sólo queda mi abuelo de todos ellos.
Así que, quiero que mi pregón sea hoy un homenaje a todos ellos, a mi familia que está y a la que no, a los fermosellanos que se fueron y no pudieron volver, a los que nunca se marcharon y siguieron manteniendo la belleza de este lugar y a los que vuelven ahora orgullosos de sus raíces.
Eh, pero no todo han sido cosas tristes. Le he preguntado a mi abuelo, a mi madre y a mis tíos qué recuerdos tienen de Fermoselle y de sus fiestas, porque era en esos días en los que volvían a ver a la familia y a disfrutar de todo lo que habían dejado aquí.
Me han contado cómo son las fiestas, los encierros, que alguna vez se escapaban los toros por los viñedos y había que ir a por ellos…
También me han explicado cómo se montaba la plaza, que es una maravilla, que por lo que me han dicho, sigue siendo la familia Tarabilla la encargada de montarla. Enhorabuena, porque vaya trabajazo.
Mi abuelo me dijo que antes, las familias iban al campo a ver los toros que se iban a traer al pueblo, y así pasaban todos juntos un día fantástico, que por cierto, creo que este año habéis retomado esa costumbre y os habéis ido a Salamanca, ¿no?
También me han hablado de las peñas, con un montón de historia, como la del Pulijón o la Garrocha y mi madre, lo que más recuerda de pequeña, son las verbenas, porque dice que estaban bailando, de repente sonaban los pitos y soltaban las vaquillas y ella pasaba mucho miedo por si no les daba tiempo a subirse al tendido.
Pero a todos se les ilumina la cara cuando hablan de la belleza del entorno. Me han contado que iban a bañarse a la Cicutina, a coger moras por la carretera del cementerio y mi abuelo dice que si un gallo canta en Fermoselle, se escucha en dos naciones y tres provincias.
Y toda esta maravilla que tenéis aquí hay que darla a conocer a todo el mundo. Porque, ¡mira que es bonito Fermoselle! Yo es la tercera vez que vengo y me encantan sus calles de piedra, tan estrechas y empinadas.
Pero sé que ahora mismo tenéis un problema muy grave. Me ha dicho mi primo, que a principios del siglo XX había casi 6,000 habitantes en Fermoselle, y que era una de las principales villas de Zamora. Actualmente, sois algo más de 1200 y eso hay que cambiarlo como sea y volver a darle el esplendor que tuvo en su día.
Y aquí viene la segunda razón por la que estoy yo aquí hoy, porque como os he dicho, simbolizo también un poco el futuro, porque soy un niño y como cualquier otro niño, me queda mucho por aprender y por vivir.
Y así es como tenéis que ver a Fermoselle como a un niño que tiene una gran historia detrás, pero un gran futuro por delante, al que hay que “educar y preparar” de forma que se convierta en grande y robusto para seguir manteniendo y enriqueciendo su historia.
Como os he dicho, yo vengo de Villanubla, un pueblo de Valladolid, bastante más pequeño que Fermoselle, pero que sin embargo, tiene casi el doble de habitantes. Cuando mis padres fueron a vivir allí, hace veinte años, tan solo había unos 900 habitantes, y ahora ya son más de 2.600. Me cuentan que estuvieron a punto de cerrar el colegio porque no había niños, y ahora hemos tenido que ampliarlo porque no cabemos. Y, ¿por qué ha pasado eso? Bueno, pues porque ahora mismo hay muchos trabajos que se pueden hacer a distancia, sin necesidad de desplazarse o de vivir en el mismo sitio que se trabaja, y eso permite que en sitios rurales más apartados se puedan desarrollar negocios que antes eran impensables.
Sí, me diréis, claro, Villanubla está a 9 km de Valladolid, y las comunicaciones son buenas, pero aquí no pasa lo mismo.
Tenéis razón, por eso Fermoselle, aunque tenga tanta historia yo la veo como un niño que le queda mucho por hacer y prepararse. Vosotros, sus habitantes, sois como sus padres que tenéis que darle todo lo necesario para que se forme y desarrolle adecuadamente. Así que, debéis pelear porque os mejoren las comunicaciones, las carreteras, los servicios públicos, para que así la gente joven no se vaya como pasó con mi abuelo y como sigue pasando. Que se dé la vuelta a la tortilla, y se produzca el efecto contrario, que sea gente de fuera quien venga y descubra las maravillas que tenéis aquí.
He oído que también está pasando eso, que se están estableciendo bodegas por personas, incluso de otros países, que llegan aquí y se enamoran del sitio, del clima, de la gente y deciden quedarse.
¿Sabéis? Cuando mis padres le decían a la gente en Valladolid o de fuera que íbamos a estar hoy aquí, todo el mundo sabía dónde estaba Fermoselle, ¿por algo será, no?
Y es que, no por no vivir en una gran ciudad tenéis que conformaros con no tener las cosas. Veréis, yo empecé a programar con 6 años, y enseguida vi que eso me servía para estudiar en el cole de una forma más divertida, así que, enseñé a mis compañeros y profesores lo que yo aprendía y montamos un club de programación en el pueblo, en el que somos ya 54 niños de entre 6 y 16 años los que creamos todo lo que se nos ocurre, y aprendemos jugando y jugamos aprendiendo.
La gente se sorprende de que no tengamos que ir a Valladolid para aprender programación, robótica, ciencia, pero es que no hace falta, sólo hemos necesitado ganas, creatividad e ilusión.
Y eso es lo que cuento cuando doy las charlas a grandes directivos, a educadores o hablo sobre el futuro tecnológico, siempre intento contagiar lo mismo, mi “virus bueno” como a mí me gusta llamarlo, y ese virus bueno consiste en hacer todo con ilusión y con pasión porque con ganas se consigue todo, el límite nuestra imaginación, como decía Disney: “si lo puedes soñar, lo puedes hacer”, y de eso se trata, de crear, de imaginar, de solucionar.
Si tenéis problemas por un lado, tenéis que crear soluciones por otro. Tenéis que ser creativos, aprovechar todo lo bueno que hay aquí, darlo a conocer y aprovecharos de las nuevas tecnologías actuales para que nadie más tenga que irse y que en pocos años, pase como en Villanubla, que Fermoselle se convierta en el centro real de los Arribes del Duero y un punto importante en la economía y el turismo de la provincia.
Estoy segurísimo de que lo vais a conseguir, porque tenéis la materia prima necesaria para lograrlo, solo os falta creer que podéis.
Así que, vamos a empezar desde ahora mismo a enseñarle al mundo lo que los fermosellanos sois capaces de hacer, comenzando por estas maravillosas fiestas, así que no me enrollo más…
¡FELICES FIESTAS DE SAN AGUSTÍN 2019! Y ¡VIVA FERMOSELLE!”


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