jueves, 24 de marzo de 2022

 A VUELAPLUMA

ROBERTO FARIZA GONZÁLEZ

“LA MALDICIÓN DE LA CIGÜEÑA”

Roberto Fariza nació en la localidad asturiana de Novellana aunque se siente fermosellano por los cuatro costados. Durante muchos años ha desarrollado su trabajo en la Guardia Civil en las especialidades de fronteras y seguridad ciudadana. 


En la actualidad se encuentra en la reserva activa. Persona con gran riqueza de aficiones entre las que destaca la de escritor, viticultor, tamborilero, cocinero y gran conocedor de los Arribes del Duero. Ha publicado dos libros: “Historias y leyendas de Fermoselle” y “Diccionario fermosellano”. Ahora prepara otro sobre historias y realidades en torno al contrabando.



Vamos con una de las leyendas, tal vez la más conocida en Fermoselle:

“Viernes Santo, todos los vecinos se acercan a la iglesia parroquial Nuestra Señora de la Asunción para comenzar la procesión hacia la ermita de la Soledad, ensayaban mentalmente el salmo que más tarde cantarían al Cristo Descendido.

Las cigüeñas habían anidado más que nunca, y ya no solo ocupaban el campanario de la iglesia o el de la ermita de Santa Colomba, también sobresalían nidos en muchos tejados de casas, pajares e incluso en árboles altos. Aquel año había vuelto el hijo de Simón, un raterillo que acababa de ser liberado de la cárcel y que también acudía a la llamada para acompañar en procesión al Santo Cristo, a quien tanto se había encomendado en sus largos días encerrado tras los barrotes de la prisión.


Por la mañana, todos habían colaborado para preparar el Calvario donde también, desde tiempo inmemorial se hacía una representación en la que se desclavaba el Cristo de la Bendita Cruz y era conducido por los asistentes en procesión hasta la iglesia parroquial.

Se habían cuidado todos los detalles, se habían sacado y abrillantado los jarrones con sus flores y se había sujetado la Cruz, y colgado de ésta el manto o sudario del Cristo, el mismo que serviría para descender el santo cuerpo una vez que fuera desclavado. Doblaban las campanas lentamente, de forma triste y acompasada, mientras se iban congregando los hombres y mujeres de la tierra, así como amigos y parientes que habían venido de los pueblos cercanos a acompañarlos en día tan señalado. Cuando el sacerdote llegó revestido a la plaza donde se desarrollaba la ceremonia, comprobó con desasosiego, que el manto de la Cruz, que había sido colocado horas antes en la misma, había desaparecido. Todos los presentes, al ver la cara de asombro de su párroco, levantaron la vista anonadados, porque no sabían quién podría haber cometido tal robo. Llegaba Simón por una callejuela que conducía a la plaza, y todos lo miraron con ojos acusadores. Iba satisfecho, preparado para cargar con la imagen y arrodillarse con ella, arrepintiéndose por su vida pasada. Se quedó quieto en una esquina de la plaza, mientras que un ligero murmullo se iba extendiendo y haciendo cada vez más fuerte. El sacerdote, sin saber cómo descubrir al ladrón, mientras iniciaba la plática con la que comienza la función del Descendimiento, maldijo al que había robado el manto del Cristo con estas palabras:


“Quiera Dios Nuestro Señor y el Santo Cristo Descendido, su único Hijo, que aquel que  haya cometido este acto ignominioso no pueda volver al pueblo y quede maldito por siempre jamás.” Todos dijeron amén, y el acto comenzó. Simón fue uno de los que ayudaron a desclavar el cuerpo maltratado de Cristo y ayudó a portar las andas de la Urna.

El pueblo no dejaba de mirarlo con aire acusador, pero él caminaba tranquilo, cantando el salmo que desde pequeño había aprendido de sus padres y que tanto le ayudara a sobrellevar la soledad de su encierro. De pronto, todas las cigüeñas del pueblo comenzaron a sobrevolar la comitiva y desaparecieron por el horizonte, sin que nadie supiera explicar el por qué. Al llegar a la iglesia, comprobaron todos que la tela pendía del nido de la cigüeña en lo alto del campanario. 

Desde aquel año, y de esto hace ya mucho tiempo, no ha vuelto a anidar ninguna cigüeña en Fermoselle. El cura hizo que Simón se situara al lado derecho del Cristo, como el buen ladrón de la historia evangélica y que todos aquellos que hubieran dudado de él pasaran por delante inclinando la cabeza como señal de respeto. Todo el pueblo realizó dicha ceremonia, y desde aquel día nunca volvieron a dudar de ningún hombre por muy oscuro pasado que tuviese.

Estos últimos años la cigüeña visita en el mes de febrero la localidad de Fermoselle, e incluso se atreve a colocar unas vides en lo alto el campanario del santuario Nuestra Señora Virgen de la Bandera, con lo cual parece estar cerca el final de la maldición que el párroco pronunció aquel Viernes Santo”.

viernes, 18 de marzo de 2022

 EL LEGADO DE JOSÉ LUIS “CRISTO”

“IN MEMORIAM”

De forma un tanto inesperada falleció hace unos días, debido al COVID, José Luis “Cristo”.  Desde hace cinco años la figura de José Luis emergió con fuerza entre el vecindario de Fermoselle. José Luis sufrió lo indecible cuando el fuego provocado en agosto de 2017 calcinó una zona de monte en el pago de la Tabanera heredado de su padre. En este suceso no sólo se abrasó gran parte de la flora sino que también desaparecieron muchos de los recuerdos y vivencias infantiles cuando acompañando a su padre se desplazaba hasta ese lugar para cultivar en el huerto parte de los alimentos que serían consumidos en el hogar.



José Luis, ante esa situación, tomó una decisión plausible, pero muy costosa; la de recuperar lo que en una mala hora había perdido. Sin ayuda de nadie y en solitario se puso manos a la obra para ejecutar la idea que había diseñado en su cabeza. Era una persona muy inteligente, con un poder de creación un tanto inusitado, con una capacidad  clarividente para conseguir sus objetivos y con fuerza de voluntad basada en la constancia y la laboriosidad.


Aprovechando su deteriorada furgoneta para realizar los desplazamientos y trasportes de materiales necesarios y utilizando sus propias herramientas provenientes de su última profesión, su primera faena se centró en el  desescombro, desbroce y clareado del camino que le daría acceso hasta su propiedad. Fueron dos kilómetros, aproximadamente, en los que desaparecieron los baches, las piedras, los arbustos y hasta se repararon los paredones.



Posteriormente inició el trabajo más serio y artesanal. Dentro de aquel espacio ennegrecido tuvo que acabar con el arbolado, encinas centenarias principalmente, que había quedado carbonizado. Igualmente acometió el podado y limpiado de las que ofrecían un aspecto de poder ser salvadas. Pateando la gran extensión de metros cuadrados retiró todos los restos de vegetación   para ser quemados de forma controlada en las diferentes hogueras. Apartó todas las piedras que dificultaban el tránsito formando montones en puntos concretos.

Todo este trabajo de recuperación le llevó muchísimas horas uniendo el amanecer con el ocaso, eso sí, con pequeñas pausas pare reponer energías. Poca gente en el pueblo sabía de esa actividad que algunos calificaron como la acción de un chiflado.




Pero José Luis no se conformó con esa acción rehabilitadora y decidió completar la idea que le seguía bullendo en su interior realizando nuevas plantaciones de vegetales autóctonos del pago de la Tabanera. Transportaba agua, minerales y herbicidas para conseguir el crecimiento saludable de las mismas. Sabía el nombre de todas. Las mimaba como si de su familia se tratara. Incluso las señalaba para que nadie las pisara o se las llevaran por delante.

Realizó acciones un tanto novedosas en ese entorno: sobre algunas lastras confeccionó con cuarcita las dedicatorias a su padre, hermano y sobrino Daniel. Trazó perfiles de algunos animales del hábitat. Construyó una “cueva” en la que descansaba y en ocasiones compartía ratos de ocio con sus amigos, y hasta “descubrió” restos de alguna civilización que habitó hace miles de años en estos territorios.



En cierta ocasión eligió agrandar el espacio ya en perfecto estado. Le quedaba pequeño para sus aspiraciones de naturalista. Por ello adquirió parte del monte colindante  suyo dedicando toda su atención para dejarlo como el suyo. Y a fuer que lo consiguió.




Por supuesto que también se preocupó de la fauna, respetando nidos y madrigueras, proporcionando sitios de paso de mamíferos y confeccionando “pajareras”.

En los últimos tiempos llegó el momento de ofrecer al pueblo y turistas su obra ya consolidada  y aquello se convirtió en una romería de personas ávidas de conocer y disfrutar de aquella especie de “jardín botánico” que José Luis había creado en el corazón del Parque Natural de los Arribes.



Con la ausencia de José Luis y su dedicación a la Tabanera me surge una pregunta obvia, ¿y ahora qué? No sería de recibo que esa ardua tarea quede silenciada u olvidada por el pueblo. Que ese espíritu emprendedor y desinteresado finalice liquidado con su muerte. Esperamos y deseamos que el ayuntamiento o los responsables del Parque Natural eviten su deterioro y tomen las medidas oportunas para que ese vergel inmaterial se mantenga tal cual para el bien de Fermoselle y el Parque de Arribes del Duero con la seguridad que revertirá en el deleite de los fermosellanos y visitantes. José Luis, permanecerás siempre en el recuerdo de tus amigos. Descansa en paz, cuñado.


miércoles, 16 de marzo de 2022

 FERMOSELLE EN LOS CUPONES DE LA ONCE

Fermoselle está de enhorabuena. La ONCE ha puesto a la venta un cupón en el que aparece una de las construcciones más emblemáticas de la Villa de los Arribes.  Este cupón, que corresponde al sorteo del próximo lunes, 21 de marzo, lo conforman varios elementos: La leyenda de Fermoselle – Las Casas “Colgadas”, situada a la derecha del anagrama del ayuntamiento y el valor facial de 1,50 €, en la parte superior; mientras que en la inferior se presenta el anagrama de la ONCE, el nombre de la provincia: ZAMORA y la referencia al autor de la fotografía que no es otro que el fotógrafo profesional Emilio Seco, que a su vez es considerado el fotógrafo “oficial” de la localidad. El recuadro de la izquierda recoge datos del tipo de sorteo así como la fecha.



La imagen representa una vista del perfil orográfico, tomada seguramente desde algún punto de la Portilla o cercanía y recoge el tramo que se extiende desde el imponente peñón o promontorio del Castillo de Doña Urraca hasta la zona baja de de Fermoselle. Se divisa con claridad la torre de la iglesia de la Asunción sobresaliendo esbelta entre el caserío. En su parte inferior se observa el trazado de la carretera que circunvala la localidad y en la que se aprecian los “malecones”, lamentablemente desaparecidos hace unos años, dicen, que por el bien de la seguridad de los peatones que pasean por esta zona de solana.

Bonita estampa en la que podemos contemplar lo que en el cupón denomina como LAS CASAS “COLGADAS”. Lo constituyen una serie de viviendas mirando al Duero y a Portugal construidas sobre rocas graníticas dando la sensación de que estuviesen “colgadas” sobre un impresionante vacio que mirando desde sus balconadas causan cierto vahído. Se adornan por exuberante vegetación causando una bucólica imagen que reclama cierta admiración. Esta zona se considera la más soleada y acogedora de Fermoselle, lo que propicia e invita a lugareños y turistas a darse un paseo desde sus pies para contemplar el paisaje paradisíaco de los Arribes.

Aunque el cupón ya está en venta, su presentación oficial se realizó esta mañana en el palacio de la Diputación de Zamora con la asistencia del Diputado Provincial de Turismo, de la Directora de la Agencia de la  ONCE en Zamora y el alcalde de Fermoselle José Manuel Pilo.

No cabe la menor duda de que con esta iniciativa se da un fuerte impulso turístico a la Villa al hacerse presente su imagen en todo el territorio nacional. Seguro que todos los fermosellanos ya han adquirido algún billete por aquello de que si toca que no me quede fuera.



Pues solo nos queda felicitar a todos aquellos que sean agraciados con el número. Estos se acordarán de  Fermoselle durante toda su vida. ¡¡MUCHA SUERTE!!


Video del español.com en este enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=ORjU9xuzB7Y&t=3s