sábado, 22 de agosto de 2020

UN SÁBADO DE TOROS EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Sábado de Toros en Fermoselle. Levanto la persiana del portal. El  tan tan de la Campana Torera se filtra en mi interior. ¿Cómo puede ser? Se aproxima la hora del encierro… pero si estaban todos los festejos suspendidos. Afino el oído comprobando que la Campana no miente, que se desgañita anunciando no sé qué. Recompongo mis sentidos y me acerco con velocidad al Arco. ¡Nada, ni nadie! Ya son las 11 y los novillos estarían a punto de iniciar su infernal recorrido. 
¡Es verdad! Al campanero no le tiembla el pulso pero el sonido, el ritmo, el poder de convocatoria no aparece; le falta la emoción, el empuje, la intensidad que mueve voluntades. ¡Ni un alma en un punto tan emblemático del trayecto donde se concentra la finura que se establece entre el hombre aguerrido y el toro bravo en carrera!
Corro hasta el Terradillo. Mi vista se obnubila.
¡Nadie, ni nada! Ni arriba en el murallón ni abajo en el campo de la verdad. Todo es tranquilidad absoluta. ¿Dónde están los mozos de mi pueblo este Sábado de Toros y a esta hora? ¿Dónde las gentes que se aprietan en el entorno para aplaudir y vitorear las carreras de los más valientes? Estoy confundido. 

Nada concuerda entre lo que ocurre en el campanario del ayuntamiento y la realidad del Terradillo. Siendo hoy el día más grande de las fiestas y cuando mayor es el número de personas reunidas en Fermoselle todo se convierte en un intrigante silencio.
Intento ordenar mi programa…Campana Torera, Sábado de Toros, 11 de la mañana, hora del encierro, el Terradillo vacío. Estos parámetros no me cuadran y vuelvo sobre mis pasos al Arco para continuar por la Calle Abajo hasta la Plaza Mayor. 
La realidad es muy tozuda y siempre acaba poniéndote en tu sitio. ¡Nada, ni nadie! No hay talanqueras, ni cañizo, ni tendidos, ni el colorido del atuendo de las numerosas peñas;  pero la campana y su fiel compañero siguen a lo suyo. ¿Todo es ficticio? ¿O es una ilusión que aflora ante la nostalgia de lo vivido y sentido en otras ocasiones?
Pasado un rato  todo se trastoca;  la campana se tomaba un eterno descanso, el campanero abandonaba su privilegiado aposento, las terrazas se llenaban de gentes un tanto despreocupadas del día, la música brillaba por su ausencia, se respiraba un sosiego absoluto. La fiesta se había ausentado.
¿Qué ha ocurrido, pues,  en Fermoselle este Sábado de Toros? ¿Todo ha sido un sueño de medianoche que ha anidado en el  sentir espiritual de no pocos fermosellanos? ¿O es fruto de la imaginación calenturienta de quien esto escribe en una fresca mañana? Cada cual tendrá su respuesta.
Y como lo anteriormente escrito podría resultar algo parecido a una extorsión de lo acontecido y alegando aquello de que una imagen vale más que mil palabras, mi cámara, a invitación del maestro fotógrafo Emilio Seco, refrenda esta especie de divagación con un reportaje que bien podría denominarse “UN SABADO DE TOROS EN TIEMPOS DE PANDEMIA”.

No hay comentarios: