EL PULIJÓN: DIÁLOGO ENTRE EL AYER Y EL HOY
Esta imagen encierra una profunda
carga simbólica y emocional, pues en ella se funden dos tiempos —el pasado y el
presente— representados en la figura del socio veterano y curtido por los años
luchando por un grupo humano compacto (José) y del niño que principia su
actividad en el mismo grupo social pero cargado de un espíritu inmaculado e impoluto
(Hugo). No se trata solo de un retrato de cierta familiaridad y confianza, sino
de una metáfora viva del relevo generacional dentro de la peña “El Pulijón”, ese espacio
que ha sido, para muchos, más que una asociación: un punto de encuentro, una
forma de identidad compartida.
Frente a él, el socio joven escucha
con una media sonrisa que combina atención y desenfado, propia de quien mira al
futuro con ilusión pero también con cierta distancia respecto a los modos del
pasado. Esa sonrisa sugiere que, aunque el niño parezca distraído o poco
receptivo, en realidad está absorbiendo, a su manera, la enseñanza. Representa
el presente, el Pulijón que respira y se adapta a los nuevos tiempos, sin dejar
de ser lo que fue.
Entre ambos se establece una conexión
silenciosa pero poderosa: el pasado busca asegurarse de que el futuro comprenda
su valor, y el presente, aún sin plena conciencia, se deja impregnar por esa
herencia. Es el ciclo natural de la continuidad: una generación que entrega su
legado y otra que, al recibirlo, lo transforma sin romperlo.
En definitiva, esta escena es mucho
más que una simple instantánea. Es el testimonio visual de la transmisión de
valores, del amor compartido por una tradición y de la certeza de que el
Pulijón —como la vida misma— solo perdurará si el ayer y el hoy siguen
mirándose a los ojos con respeto y esperanza.

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