viernes, 29 de marzo de 2024

 JUEVES SANTO PARA RECORDAR EN FERMOSELLE

No pudo  ser. Los malos augurios que se venían pronosticando desde hace varias jornadas por los técnicos en meteorología sobre  Fermoselle se cumplieron con exactitud y sin compasión de nadie ni de nada. El frío, el fuerte viento y especialmente la pertinaz lluvia durante prácticamente  todo el día no dieron tregua para que las imágenes saliesen de la parroquia. Allí quedaron como secuestradas acompañadas  por cofrades y fieles que, a ratos, confiaban que se produjese algún cambio atmosférico, pero siempre sin atisbos de que los constantes aguaceros pudiesen  remitir.

Dos desfiles procesionales estaban programados para salir a las calles con la participación de tres imágenes que se muestran durante el año en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. La procesión del Nazareno y la del Silencio.

La primera se debía de realizar a media tarde una vez finalizada la eucaristía de la “Última cena del Señor”. En ella procesionarían las  imágenes de la Virgen de la Soledad y la de Jesús Nazareno. El itinerario a recorrer se extiende desde la propia parroquia en el casco antiguo de la localidad hasta un sencillo calvario, junto al cementerio, rotando en torno al “descendimiento” (monumento religioso formado por cuatro columnas dóricas de piedra muy sencillas, con sus respectivos capiteles y arquitrabes, todo rematado con un tejadillo a cuatro aguas y veleta. En el centro, sobre una peana, se erige una cruz de madera donde se cuelga el “sudario”). Ambas imágenes de vestir se encontraban bellamente engalanadas para la ocasión ancladas en sus andas de ruedas. 

Llegada la hora de salida los ánimos se desvanecieron ante la decisión de la suspensión de la procesión. Caras de tristeza con gestos de rabia contenida se hicieron visibles entre el público congregado en el templo. Mas no finalizó aquí la tarde, pues en un improvisado desfile y a los compases de la música, los portadores de ambas imágenes las “bailaron” a través del pasillo central incluyendo un encuentro entre Madre e Hijo acompañados de los aplausos de los asistentes.


Y llegaron las 23,30 de la noche. Era la hora de iniciar la segunda de las procesiones conocida popularmente como “la del silencio” y  que exhibe una magnífica y hermosa talla de madera del Bendito Cristo de la Agonía. 


En este caso, la cofradía al completo, con su vestimenta morada y los respectivos aditamentos, las autoridades, la banda de música procedente de Portugal se encontraban en un templo con casi el aforo completo dispuestos a cumplir con el cometido nocturno. El sacerdote oficiante tomó el juramento de prestar absoluto silencio durante todo el acto procesional que fue aceptado en voz alta y clara. 

El itinerario de larga distancia circunda buena parte de la Villa pasando por la Plaza Vieja, El Seco, Santa Colomba, el Arco y hasta la parroquia. Existía mucho pesimismo y había temor a lo que posteriormente sobrevino. Los responsables de la cofradía deciden suspender la salida del paso al comprobar que la lluvia no cesaba. Las lágrimas resbalaron por las mejillas  de los cofrades más pequeños y seguro que también  inundaron los corazones de muchos de los mayores. “Todo el año esperando este momento tan emotivo y emocional para nada” era el comentario más generalizado. 



Pero al igual que por la tarde se opta por simular la procesión en el interior del tempo. Así, acompañados por las marchas de la banda portuguesa, los cargadores, alternando en algunos de los pases, en esta ocasión a hombros, movieron de forma acompasada  con un vaivén milimetrado y preciso al Cristo de la Agonía. Bello y emotivo espectáculo visual. El acto se completó con un concierto a cargo de la banda de música.

Volviendo al titular de cabecera…Jueves Santo para recordar, o tal vez olvidar, en Fermoselle.

Fuente imágenes: Guerra de Colores

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