viernes, 8 de junio de 2018

EL PULIJÓN,
NUESTRA ANTORCHA SEÑERA
Cuando finalizaba el año 1.973 y un grupo de fermosellanos decidimos crear una agrupación con el principal objetivo de potenciar el devenir de la villa, enseguida nos inclinamos por denominarla como Gran Peña Fermosellana “El Pulijón” al considerar que ese símbolo festivo no debía caer en olvido. Así, en las primeras fiestas en las que nos presentamos “en sociedad”, correspondientes al año 1.974, hubo que preparar un pulijón que nos serviría de guía y que nos uniría en el proyecto común que acababa de iniciarse.
Donado por Manuel Rivera
Antes de seguir adelante, como deferencia a los lectores que desconozcan el significado de esta “palabreja” y el objeto que representa, consultamos  el “DICCIONARIO FERMOSELLANO” del que es autor nuestro socio Roberto Fariza y que lo define como “Antorcha compuesta por un palo terminado en tridente, en el que se coloca la base de un cántaro roto, en él, se queman recortes de cuero con pez o brea, éste se utilizaba antiguamente para iluminar los lugares donde se desarrollaba una fiesta, posteriormente en las fiestas era paseado por la Villa por una persona, la cual era seguida por la multitud. En la actualidad la “Peña El Pulijón” mantiene la tradición en los días de las fiestas patronales. Manuel Rivera, en su obra “FERMOSELLE”, escribe al respecto: “El pulijón, especie de tridente a manera de cazo sobre el que se coloca un recipiente con pez y gomas que arden y otrora servía de antorcha en las noches festeras. Los porteadores que más empaque y solera le dieron fueron: “El Muerto”, “El Choto” “El Marujo” y últimamente la peña “El Pulijón”.
Volvamos al hilo del artículo. En las fiestas de 1.974 era obligatorio disponer del “artefacto festivo”. De esta tarea se encargaron   los socios José Robles y Montero,  y lanzándose al monte  consiguieron extraer de una encina un palo un tanto irregular, pero que cumplió con el objetivo, alumbrando durante muchos años la mayor parte de las calles de la villa en su recorrido, de hecho aún se conserva en el domicilio social.
Por cuestión de seguridad, a finales del siglo XX, hubo que recurrir a un pulijón que garantizara su movimiento durante los desfiles y que no produjera daños colaterales con el desprendimiento de gotas de la pez derretida que pudiese dañar al portador, a peñistas o a espectadores. Fue el socio Ángel Pintado quien de forma artesana elaboró uno en el que se eliminaron los tres “dientes” del soporte superior siendo sustituidos por unos alambres.
En el mes de abril del año actual, José Mary “El Bicho”, nos obsequió con una “joya pulijonera”, fabricada por José Rodríguez y que según la fecha que figuraba en una hoja de periódico que tapaba el cántaro corresponde al año 1.986 aunque su elaboración pudo haber sido anterior. En este caso son tres pletinas rematadas en un aro que “abrazan” el recipiente las que suplantan a los tres “dientes” de madera. En el próximo agosto encabezará el desfile nocturno. Desde aquí, gracias al donante y al artífice.

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