LA ESCALINATA NUPCIAL
Se cuenta que la escalinata nupcial de Fermoselle, una de las reliquias del pasado, fue en su tiempo un espacio fundamental para los matrimonios que se celebraban en la iglesia parroquial de la Asunción. Esta escalinata, equidistante de las dos portadas románicas (meridional y occidental) del templo, era el escenario tradicional en el que los recién casados posaban al final de la ceremonia religiosa. Consistía, en cierto modo, en una especie de photocall natural, donde los novios y sus invitados se alineaban en los seis escalones para quedar plasmados para la posteridad, con los novios siempre en el centro, rodeados por sus seres queridos. Esta costumbre se convirtió en un rito indispensable en Fermoselle: no había boda que no pasara por allí.
El acto no solo era una forma simbólica de mostrar al pueblo la felicidad de la unión, sino también una tradición que quedaba inmortalizada en las fotos que muchos fermosellanos conservaban colgadas en sus casas. Las imágenes de esas bodas pasaban de generación en generación, formando parte de la historia de la Villa.
Sin embargo, con el paso de los años, la escalinata ha perdido la funcionalidad para la que fue utilizada, y en la actualidad se encuentra, en su parte izquierda, un tanto descabalada. Algunos de los elementos que la conforman han quedado inservibles, y el paso del tiempo ha hecho mella en su estructura, que ya no ofrece la misma imagen que debiera, especialmente teniendo en cuenta su cercanía al templo. La escalinata, que antaño era un lugar de encuentro festivo y simbólico para los vecinos, ahora luce como una reliquia que poco dice a quienes la ven sin saber nada de su historia.
Desconozco si hoy en día se mantiene la costumbre de posar en la escalinata tras la boda, pero lo que es indiscutible es que esta pequeña pero significativa estructura sigue siendo un testigo mudo de las costumbres de antaño. Quizás algún día se le pueda devolver el esplendor que tuvo, y, por qué no, recuperar esa bella tradición, para que las futuras generaciones también puedan posar allí, como aquellos fermosellanos que inmortalizaron su amor en ese rincón tan especial de su historia.
Agradecemos a las familias García Gómez y Luis Álvarez Regojo por la cesión de las imágenes.
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