martes, 16 de mayo de 2023

 SAN ISIDRO LABRADOR COMO PROTAGONISTA

San Isidro Labrador aun pervive y tiene mucho predicamento en el sentir de los fermosellanos, no por algo una gran parte de la población se dedicó, años atrás, a laborear el campo.


Pues después de cuatro temporadas (la última vez ocurrió el 15 de abril de 2.019, https://www.laopiniondezamora.es/comarcas/2019/05/16/san-isidro-ojea-campos-1087103.html) el patrón de los labradores salió en procesión, acompañado por un numeroso grupo de vecinos, a contemplar los campos fermosellanos. Desde la parroquial se dirigieron hacia el paseo de la Ronda y de cara al embalse del Duero, el párroco, con hisopo en mano, esparció el agua bendita por doquier mientras entonaba la oración correspondiente finalizándola con un  eufórico  ¡Viva San Isidro! por triplicado. Animaron el cortejo procesional los tamborileros del “Juan de la Encina”.

En esta ocasión no quiero extenderme en narrar cómo se desarrolló el acto religioso, más bien me quiero trasladar a mi infancia en Fermoselle, cuando llegada la estación primaveral poníamos en práctica aquellos juegos cíclicos que tanto nos divertían y nos entretenían, a diferencia de lo que hoy ocurre que van por otros derroteros.

Me refiero a un juego que tenía a San Isidro Labrador como protagonista. Recuerdo con cierta nostalgia cómo los pequeños entonábamos aquella copla en forma de retahíla, con tono monótono y al unísono, y  que se cantaba en casi todos los pueblos de España aunque con variantes en su letra, mientras se saltaba al “burro” a imitación de la “pídola”. Decía así:

"San Isidro Labrador
muerto le llevan en un serón,
el serón era de paja
muerto le llevan en una caja,
y la caja era de pino
muerto le llevan en un pepino,
el pepino era de a cuatro
muerto le llevan en un zapato,
el zapato era ya viejo
muerto le llevan en un pellejo,
el pellejo era de aceite
muerto le llevan a San Vicente,
San Vicente está cerrao
con el moño colorao
le agarraron de una pata
y le tiraron a un tejao."

 Esta copla la entonábamos los que participábamos en ese juego infantil de la pídola,- que tiene su precedente en la actividad recreativa ancestral, inmortalizada en los lienzos de Pieter Brueghel: "Salto de la Pídola", en 1560 y en Goya: "Juego del Paso", en 1781- manifestación lúdica en la que guardábamos fila para saltar unos sobre otros que hacían de burro. El que perdía el equilibrio al saltar tenía que situarse encorvado al término de dicha fila.


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