miércoles, 9 de abril de 2025

 UN HOMBRE DE JUSTICIA CON ALMA FERMOSELLANA

Terenciano Álvarez fue un reconocido magistrado que formó parte del Consejo General del Poder Judicial como vocal entre  1.985 -1.990, desempeñando su labor con honestidad, rigor y compromiso con la justicia. Sin embargo, más allá de su brillante carrera profesional, Terenciano nunca perdió el vínculo con Fermoselle, el pueblo que marcó su infancia y al que siempre llevó en el corazón.

Llegó a Fermoselle, junto a sus hermanos, con 8 años, donde su padre, también de nombre Terenciano, ejercía como secretario del ayuntamiento. Aquella etapa dejó en él recuerdos imborrables: las calles empedradas, las cuestas (vivió en la calle del Mesón), las voces del pueblo, los juegos de niño por las estrechas callejuelas que tanto amaba. Aunque con el tiempo no fue un visitante frecuente, sí regresó en varias ocasiones, animado por su gran amigo Manuel Laguno. Juntos, especialmente en sus encuentros en Barcelona, evocaban con cariño la historia, las costumbres y las tradiciones de su querido Fermoselle, que ambos conocían y valoraban profundamente. También les unían entrañables amistades comunes en la tierra que los vio crecer.

Una de las conexiones más especiales que Terenciano mantenía con Fermoselle era a través de la Peña El Pulijón. Allí era acogido siempre como uno más, como un amigo querido, compartiendo fiestas, gastronomía, conversaciones llenas de sabiduría y también los típicos chascarrillos fermosellanos que tanto disfrutaba. En una ocasión, incluso ofreció una charla dedicada a las tradiciones del pueblo, dejando constancia de su conocimiento y amor por ellas. Su huella quedó también en el Libro de Oro de la sociedad, donde firmó una emotiva dedicatoria, y en la biblioteca del Pulijón, a la que donó una valiosa colección de libros.

En la revista del 40 Aniversario escribió sobre las bodegas lo siguiente: ”Como las últimas veces que he entrado en ellas ha sido en la Peña del Pulijón, me he acordado de los “pulijones”, en esa curiosa aplicación de los pellejos curtidos, obra también de la habilidad y paciencia populares.”

Años después de su fallecimiento, sus cinco hijos, sus sobrinos y todos sus nietos han decidido rendirle un homenaje muy especial. Se desplazaron hasta Fermoselle el fin de semana pasado para revivir su memoria en el lugar donde su historia comenzó, y cómo no, visitaron también la Peña El Pulijón, ese rincón que fue para él una segunda casa, especialmente durante las fiestas de agosto.

Allí fueron recibidos con afecto por el presidente de la Peña, Alberto, quien les explicó el funcionamiento de la sociedad y compartió con ellos historias y recuerdos de las visitas de su padre. Les mostró fotografías que se conservan en el álbum de la Peña, donde Terenciano aparece como un miembro más, sonriente, integrado, feliz.

Fue un momento de gran emoción para sus hijos, sobrinos y nietos, que agradecieron profundamente el recibimiento y el cariño con el que fueron acogidos. Volvieron a sentir viva la presencia de su padre y tío, reviviendo su vínculo con el pueblo y con la Peña. A través de este homenaje, la familia no solo honró su memoria, sino que también reforzó los lazos que siguen uniendo a Terenciano con Fermoselle y con todos aquellos que lo recuerdan con respeto y admiración.

Gracias a la familia Álvarez por este gesto tan hermoso, que honra la memoria de un hombre justo y profundamente humano. Y gracias también por mantener viva la conexión con El Pulijón, ese lugar tan especial donde Terenciano siempre encontró calor y amistad.

Agradecimiento especial a un hijo de Aurelio, hermano de Terenciano, por la magnífica organización de esta visita familiar.


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