lunes, 14 de abril de 2025

 MARIA DEL PILAR GARCÍA GÓMEZ

IN MEMORIAM

“Los designios de Dios son inescrutables”, hemos escuchado tantas veces esta expresión… y sin embargo, cuando el dolor nos alcanza de lleno, cuando lo inesperado nos golpea con fuerza, cuesta aceptarlo, cuesta comprenderlo. Hoy, en medio de la tristeza, nuestras mentes buscan respuestas, pero es el corazón, lleno de fe, el que debe hablar.

En esta hora de dolor, aún nos cuesta creer que nuestra querida Pilar —Mari Pili para todos nosotros— ha partido a la Casa del Padre. Se ha ido sin aviso, sin tiempo para el adiós, en un momento donde la vida le sonreía con esperanza y dicha, ilusionada por la próxima llegada de su nieta, con salud, con proyectos, con el alma encendida.

Pero Dios, en su infinita sabiduría, la ha llamado junto a Él. Y aunque nos duele, profundamente nos duele, confiamos en que su voluntad es perfecta, aun cuando no logremos entenderla.

Mari Pili fue una mujer ejemplar en todos los aspectos de su vida. Una madre entregada, una esposa fiel, una hija devota, una amiga entrañable, una cristiana de fe sencilla pero firme. Amaba a su familia con todo su ser y mantenía viva la llama de los valores que le fueron transmitidos, sobre todo el amor al prójimo y la humildad del corazón.

Fue, además, una servidora incansable en la vida social e institucional de nuestra comunidad. Durante muchos años, formó parte de la Junta Directiva de la Peña El Pulijón, asumiendo con responsabilidad y dedicación el cargo de Tesorera que heredó de su querido padre Emilio, quien ya la espera en el cielo junto a su madre Pilar. Su entrega desinteresada, su compromiso constante, su silenciosa eficacia fueron un ejemplo para todos nosotros.

Hoy queremos dar gracias a Dios por habérnosla regalado, por el privilegio de haber compartido su vida, su alegría, su compañía. Queremos también, en nombre de toda la Peña El Pulijón, expresar nuestro más profundo agradecimiento y reconocimiento por su entrega generosa y amorosa a esta institución, que tanto significaba para ella.

Mari Pili, tu familia, tus compañeros y amigos te lloramos, pero también te encomendamos a los brazos de Nuestro Señor. Estamos seguros de que ya gozas del descanso eterno prometido a los justos, y de que, desde el cielo, seguirás cuidando de los tuyos: de tu esposo, de tus hijas, y de esa nieta que, aunque no llegó a conocerte en este mundo, llevará tu luz en su alma.

Que los ángeles te reciban en la gloria. Que la Virgen María te cubra con su manto. Que tu alma descanse en paz, en la plenitud del Amor de Dios.

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