LOS DESFILES
(REVISTA 50
ANIVERSARIO)
En el artículo X de los primeros estatutos de la Gran Peña Fermosellana "El Pulijón" figura en letras mayúsculas una expresión que ha marcado el espíritu de la agrupación desde su fundación: "BUEN HUMOR". Esta filosofía, que destila alegría y camaradería, ha sido la piedra angular de las actividades y celebraciones que han dado vida a la Peña a lo largo de los años. No es de extrañar, por tanto, que en su haber se encuentren organizados desfiles de humor que, en muchos casos, han servido no solo para arrancar sonrisas, sino también para hacer escuchar lemas reivindicativos, siempre con el toque jocoso y festivo que caracteriza a los miembros del Pulijón.
Sin embargo, en los últimos años, la tradición de los desfiles de humor ha dado paso a una nueva propuesta que ha dejado huella: los desfiles medievales. Este cambio no ha hecho más que aumentar la magia y el entusiasmo en torno a los festejos, manteniendo la esencia del "buen humor", pero sumándole un toque histórico y cultural que hace que todo el pueblo de Fermoselle se sienta parte de una gran celebración medieval.
La cita comienza con una cena medieval en la planta noble del domicilio social de la Peña, un evento que transporta a los asistentes a tiempos antiguos, donde los manjares de antaño se sirven en un ambiente único. La velada cobra vida mientras los comensales disfrutan de un festín digno de los nobles medievales, ataviados con trajes que recrean las vestimentas de la época. La cena es solo el inicio de lo que está por venir. Más de un centenar de socios se agrupan, con sus trajes medievales, de diseños y colores variopintos, para recorrer las empedradas calles del casco histórico de Fermoselle.
Al
final, aunque la temática medieval pueda ser más solemne en apariencia, los
miembros de la Peña no dejan de lado su característico sentido del humor. Entre
los detalles cómicos, las sorpresas y los momentos espontáneos, logran hacer de
esta tradición un espectáculo inolvidable, donde el "buen humor"
sigue siendo el protagonista, y en el que la comunidad se une para celebrar con
diversión y orgullo su patrimonio cultural, sin dejar de sonreír.
De
esta forma, los desfiles continúan siendo un homenaje al buen humor que ha sido
el alma del Pulijón desde sus primeros estatutos.
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