jueves, 23 de mayo de 2024

 ¡¡SANTA CRUZ, SANTA CRUZ, SANTA CRUZ!!!

Como ordena la tradición los fermosellanos celebran con todo  boato y religiosidad  la festividad litúrgica del lunes de Pentecostés. Y lo hacen en una jornada en la que se entremezclan aspectos religiosos  y profanos en torno a la ermita del Cristo del Pino, también conocida como Santa Cruz.

En una mañana fresquita pero muy apacible y con un tiempo en que los campos se visten con su traje primaveral preñado de múltiples colores y rebosante de vida, partió la comitiva desde la plaza mayor a las diez y cuarto de este día festivo en la localidad, camino de la ermita. Encabezaban la comitiva  los tamborileros del “Juan de la Encina”, que durante todo el recorrido interpretaron canciones romeras, seguidos por jóvenes mayordomos, parte de la corporación municipal, el párroco y un puñado de vecinos.


A las once, como figuraba en el programa, se inició la eucaristía en el templo, bellamente engalanado y que se encontraba abarrotado de fieles. El oficiante, D. Mariano, hizo una reflexión muy precisa sobre el evangelio del día de Pentecostés. Finalizó el acto religioso con la interpretación por parte del tamborilero Agustín Borges de una pieza musical cuya letra y música ha sido compuesta por él. Su estribillo dice:



“Santa Cruz, Santa Cruz, Santa Cruz,

En la ermita del Cristo del Pino,

Celebramos la fiesta anual,

Esta fiesta del Cristo divino.

Santa Cruz, Santa Cruz, Santa Cruz,

Romería para disfrutar.

“Pa” comer, beber y cantar,

“Pa” comer, beber y bailar.”

Al salir a la explanada hubo invitación “oficial” y gratuita, para todos cuantos lo quisieron, a base de un rico y auténtico chocolate, del de siempre, acompañado por unos bizcochos   que sabían a gloria a esas horas cercanas a las doce. La mañana continuó con mucha alegría compartiendo entre los diferentes grupos el día a día, con los tamborileros, incansables, amenizando el cotarro y algunas parejas que se soltaban bailando las típicas jotas. Tal vez se echó en falta aquel juego del corro con el “Tía María, ¿está hecho el chocolate?”


Llegado el mediodía, los romeros se fueron reuniendo en sus bases gastronómicas repartidas en torno a la ermita y en fincas adyacentes, mientras que algunos otros se dirigieron al pueblo para realizar la comida en casa y en los restaurantes.



A la tarde el ambiente festivo continuó con la  misma tónica que horas anteriores. Música, baile, canciones y, por supuesto, todo alrededor de los asados de carne que les llevó hasta el atardecer con la vuelta en romería a la plaza mayor.

Fuente de alguna foto: Francisco Varas

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