lunes, 29 de octubre de 2018

A VUELAPLUMA
ÁNGEL MACÍAS
“MIS LUGARES, FERMOSELLE”

Ángel Macías, exteniente de alcalde en el ayuntamiento de Zamora escribía el pasado mes de agosto, en su sección de “El Espejo de Tinta”, este artículo en el que hace referencia a Fermoselle y a la peña “El Pulijón”:
“Más que seguir aquello de que uno es de donde pace, no de donde nace, profeso que, salvo quien nace y vive siempre en el mismo lugar, uno no es de un solo sitio, sino de muchos. Todos aquellos en los que se ha residido o acudido con reiteración. Vivido y convivido. Jugado, reído y llorado. Donde a veces llegas a disgusto pero te vas con lágrimas en los ojos. Las vivencias nos van haciendo golpe a golpe, verso a verso.
Dicen que los localismos exacerbados se curan viajando, conociendo otros ambientes, gentes, manifestaciones culturales y tradiciones. Nada mejor que descubrir, en el rincón más alejado del mundo, una imagen o un acontecimiento a los que, en cualquier religión o credo, se le rinde culto tan devotamente como aquí se hace con la Virgen de cada pueblo. Que la naturaleza aporta su magia al paisaje en forma de orografía, vegetación o relación con el agua y en cada lugar el cuadro por ser distinto no es menos bello.
La antropología ha demostrado, a medida que se consolidaba como ciencia, cómo en las diferentes latitudes, la variedad de razas, culturas y estadios de civilización aúna más puntos en común que diferencias verdaderamente de fondo. Las batallas a cantazos entre los chavales de un pueblo y los del colindante no dejan de ser más que una representación a distinta escala de las guerras entre naciones. Los retos, competencia o los noviazgos entre los de ambos lados del río, peñas arriba y abajo,, del norte y del sur, forman parte de nuestra naturaleza de animal eminentemente social.
Soy ciudadano del mundo, de España, de mi región, provincia y ciudad. Soy también de otros muchos sitios donde en algún momento y circunstancia he sido. Viví tres años en Fermoselle -villa que no pueblo- el lugar de donde más me disgustó marchar. 
Allá por los albores de mi historia, entre 1974 y 1977. Sería por la edad, por la sensación de libertad que la propia estructura urbana del municipio transmite, por los amigos que allí dejaba; no aún porque pudiera apreciar la especial belleza y personalidad que atesora, sí por ser el primer lugar de aprendizaje escolar, e incipientemente de vida, en el que estaba tras cinco años en el hermoso, pequeño y cercano Fornillos.
Durante mis años de política una de las actividades que más disfrutaba -disfrutábamos- era recorrer los pueblos y comarcas de Zamora, romerías, fiestas y celebraciones. No hace mucho -¡aunque ya hace tanto!- ya sin política, el último punto de la provincia en el que estuvimos fue en Fermoselle. Comida de amigos en la histórica peña "El Pulijón". El viernes, los quintos del 68 celebraron su medio siglo. Al tomar como base los listados del colegio mi nombre figuraba entre ellos y fui convocado. Aunque por razones muy personales no pude acompañarlos, agradecido recordé que algo de nosotros queda en cada lugar que habitamos y en cada persona con la que convivimos.”

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