"A VUELAPLUMA"
TOROS EN
FERMOSELLE
ANTONIO GAVILANES PÉREZ
ANTONIO GAVILANES PÉREZ
Antonio Gavilanes Pérez,
Vicepresidente de la Asociación Cultural “El Pulijón” de Fermoselle aportaba el
25 de octubre de 2005 el siguiente reportaje para el libro “LAS RAÍCES DE NUESTRA
FIESTA”, escrito por José Rubio Zori. En sus 565 páginas se recogen, entre
otros temas, los principales festejos taurinos populares de las diferentes
Comunidades Autónomas.
Este es el texto completo:
“Suroeste de Zamora. A 65 km de la capital y enclavado en el corazón de
los Arribes se sitúa Fermoselle,
antiquísima villa que parece cabalgar en equilibrio perfecto entre dos
corrientes de agua: Tormes y Duero. Y aquí, es estas tierras agrestes por
excelencia, de siempre se ha fundido el hombre al toro. No es una tierra de
toros, sino con toros. Una tierra en la que el espacio vital de sus habitantes
se desarrolla y se fundamenta en el toro. Una tierra en la que todos,
fermosellanos residentes y del exterior, tienen durante el ciclo anual su mente puesta en las fiestas
agosteñas, en las que, como pilar básico
y eje central, aparecen los festejos taurinos conformando el más variado y
atractivo abanico: encierros, novilladas, rejoneo, verbenas taurinas, suelta de
vaquillas, toro de fuego...
Pocos datos escritos existen sobre las fechas en que aparecieron los
festejos taurinos en Fermoselle. En este caso hay que acudir a la tradición
oral como fuente que testifica la antigüedad de los mismos. A mis antepasados
siempre les oí contar hechos acaecidos a sus padres y abuelos relacionados con
los diversos festejos en torno a los astados y de muy diversa índole, desde los
más serios, cual fueron faenas memorables de capote y muleta, de la suerte de
banderillas, de las estocadas hasta los gavilanes, pasando por otros
verdaderamente trágicos, llegando incluso al fallecimiento de aficionados, como
el caso de Dios (apodo de un fermosellano) y su “cuñado” que en la década de
los años treinta murieron a causa de las
heridas recibidas por un morlaco que una vez rotas las talanqueras se introdujo
bajo los tendidos y allí hizo de las suyas.
Volviendo a los documentos, podemos testificar que se conservan en
poder de personas privadas unos programas de mano editados hace un siglo en el
que se recogen, no sólo el anuncio de los
diversos festejos y actividades, sino también el saludo e invitación a
los “hermanos” portugueses a la participación en la fiesta. Así se continúa
haciendo en la actualidad.
Sí podemos decir a los cuatro vientos que en Fermoselle las fiestas de
los toros, con el paso de los tiempos han ido a más. De dos encierros y dos
novilladas de los años cincuenta, hemos pasado a los tres encierros, tres
novilladas sin picadores, un festejo de rejoneo y un concurso de cortes en este
año 2.005. Mientras en otras zonas grupos más o menos organizados y algunas
instituciones parecen querer acabar con nuestra fiesta tradicional, en la
localidad fermosellana, su promoción es evidente. Además se han mejorado sobre
manera las condiciones de defensa y protección de los astados: desaparecieron
las cachas, la superficie de la plaza se cubre con tierra, los chiqueros se
agrandaron, el mocerío respeta las reses y se deja actuar a los profesionales.
En uno de los programas editado en 1.930 podemos leer: ”A las seis de
la mañana, tiene lugar el típico encierro. A las 10 se celebra la “prueba” para escoger el mejor toro, al
que se dará muerte en la corrida de la tarde”.


En la actualidad,
los festejos taurinos de Fermoselle se cuidan con mucho mimo, incluso los que
han aparecido con los tiempos modernos, es decir, las verbenas taurinas y la suelta de
vaquillas por diversas calles de la localidad, eso sí, bien cerradas para
evitar fugas y peligros no deseados.
En los festejos del
2.005 se ha incluido un concurso de cortes que ha dado un buen resultado y que
esperamos continúe en el tiempo.












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