ROBERTO FARIZA PRESENTA SU
“DICCIONARIO
FERMOSELLANO”


A media mañana se pararon a echar
las diez a base de acéas y ajungeras, borrachines y carnizuelos de botija
mientras se pasaban el cancarrio para degustar la espiensa y la gazpolla a base
de repetidos chisquetes…uno de ellos estuvo a punto de empisparse. La Sardinica
les ofreció unos trozos de callos de las tías y pestorejo recién asados de
madrugada. Para postre, de un bambera cercana cogieron unas abrieras asoliás y
unas rojizas amarganas. Así quedaron todos embotijaos.Antes de regresar al
pueblo, un tanto escabrotaos, el tío Granizo se apartó para tirar del pantalón,
mientras los demás se quitaban los pirifuelles”.

Roberto, hijo adoptivo de
Fermoselle y un enamorado de esta tierra, aparte de su vida profesional, tiene
otras aficiones que practica en sus ratos de ocio: Estudioso de las costumbres,
conocedor de los rincones más recónditos, investigador empedernido e insaciable, amante y
protector de la flora y fauna de los Arribes. Diría, sin ánimo de exagerar, que
cuando camina por esos sinuosos senderos de los arribanzos, animales y plantas
le reciben con un simbólico abrazo percibiéndose, como un susurro, una agradecida
ovación en todo el entorno. Como escritor, presenta su ópera prima en este
Diccionario Fermosellano. Pero no para aquí su labor literaria. Dos obras
esperan sobre su mesa de trabajo ver la luz en breve plazo: contrabando y
acontecimientos históricos y leyendas relacionadas con fermoselle… Este es
Roberto Fariza”.
A continuación tomó la palabra el
autor quien, utilizando un montaje audiovisual que se emitió en “off” y
producido por él mismo, explicó el proceso de recogida de palabras, anécdotas
durante su trabajo de campo, consultas en el diccionario de la RAE, personas
que aportaron su granito de arena, en especial a Manuel Laguno (d.e.p.), el
tiempo dedicado a la corrección y otra
serie de curiosidades. Hizo un rápido recorrido por sus páginas comentando el
significado de algunas de las palabras por las que sentía una especial
atracción e incluso se atrevió a presentar objetos recogidos en su diccionario
a modo de clase práctica. En opinión del público asistente, el acto fue ameno e
interesante lo que se corroboró con la venta de ejemplares firmados por el
escritor.
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