FRANCISCO, PASIÓN DE ARTESANO
Paseando por la calle de tan sentimental nombre como es el de la
Amargura, en Fermoselle, me encuentro de sopetón con un vecino que sobre su
“asentajo” deshacía un mazo de tiras plásticas de las que se emplean en los
embalajes. Tras la sorpresa me detengo unos minutos llevado por mi curiosidad y
lo primero que hago es preguntar por su nombre. Me dice que se llama Francisco,
otros lo hacen por Quico y hay quienes le conocen como “el Chicote”, debido a
su esposa que pertenece a esa familia originaria de la localidad. Para preparar
este trabajo quedamos a una hora determinada, por la mañanita a poder ser, y a
fe que lo cumplimos.
Francisco, cordobés de nacimiento, casado con una fermosellana y con
residencia en Asturias visita Fermoselle siempre que puede. Ahora, coincidiendo
con el periodo festivo pasa unos días de asueto junto a su familia, pero no
pierde el tiempo. Por encima de sus muchas aficiones destacan dos: construir
pequeños objetos con madera y fabricar cestas.
La primera le viene desde muy pequeño. Siendo niño, en su tierra natal,
utilizando la navaja como herramienta y como materia prima la madera de olivo,
pues le resultaba más blanda y moldeable, ya realizaba trabajos de artesanía.
Me muestra un “muñeco-bailaor” articulado al que hace bailar sobre una tabla con
tal precisión y maestría que no envidia a los folcloristas que actualmente presentan
otros parecidos en sus actuaciones. El ritmo y aire que le imprime en su
taconear da prueba de las veces que lo habrá puesto a “trabajar” para alcanzar
la perfección que atesora. Además, no le faltan las palabras de ánimo que le
lanza su progenitor y maestro.
Siempre lleva consigo la “navajita” para devastar cualquier trozo de
madera o las “cuñas” de las frutas que caen en sus manos para hacer, por
ejemplo, el zueco o la cesta que muestro en la imagen adjunta.

La otra afición que practica con más asiduidad cuando el aburrimiento le
amenaza o cuando se encuentra inspirado consiste en la elaboración de todo tipo
de cestas para uso doméstico con tiras de plástico multicolores. La inició
coincidiendo con su jubilación.
A medida que va pasando el tiempo mejora en su
arte perfeccionándose de tal manera que hasta tuvo que aprender, según su
imaginación le dictaba, a complementarlas con las asas en las que, por cierto,
emplea dos fórmulas diferentes en el momento de la hechura. Es más, se ha
fabricado un bastidor de madera que le facilita su trabajo artesanal. Me
comenta que las hace sin ánimo de lucro y a pesar de que las regala a
familiares y amigos dispone de un arsenal que bien pudiera abastecer
a cualquier tienda que se
dedique a vender este tipo de artículos.
Amigo Quico, ha sido un placer conocerte y agradezco todo lo que he
aprendido en la lección magistral que me has dedicado en una mañana del mes de
agosto del fatídico 2.020.
Mucha salud para continuar con estas aficiones.
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