domingo, 23 de agosto de 2020

DEL DIALECTO SAYAGUÉS AL HABLA FOLLACA
Cuando allá por el siglo XV, nuestro paisano más célebre conocido como Juan de Fermoselle escribía en algunas de sus obras utilizando el dialecto sayagués posteriormente recordado por D. Miguel de Unamuno en su ensayo con título “Los Arribes del Duero” en 1.911 en el siguiente texto:
 “Llevo algún tiempo recogiendo elementos para un estudio del habla popular, o mejor, de las hablas populares de la región salamanquina, y cuanto más material agavillo, más vasto me parece el que queda fuera de mi diligencia. 
Lo que en la historias de la literatura española se conoce con el nombre de dialecto sayagués, el lenguaje en que están escritas las farsas y églogas que a fines del siglo XV escribieron Lucas Fernández y Juan del Encina…” nadie supondría que un fermosellano de adopción se dedicaría a recoger una serie de vocablos compilados en su “Diccionario Fermosellano”. Roberto Fariza es el autor de dicha obra. Veamos un ejemplo de lo que se puede redactar asomándonos a sus páginas:
“Avanzaba como un pelupéndulo por los andurriales de la Peña Lobo cuando un papachiú y una pagañera se disputaban posarse en una goncera asoliá. Algo más allá una rubialga y un paporrubio se solazaban en una marrufa. De pronto observo que se acerca Longinos, un hombre escamuciaó y un tanto esbambao. 
Sin darnos cuenta cogimos las chapas apoyados en un alizace mientras un labrador espelardia colocaba una esparrilla para capturar a un lagumán  cagamangos. En un momento dado, Longinos se apartó para tirar del pantalón y cambiar el agua a las aceitunas. Finalizada la faena corporal tomamos el cancarrio lleno de untapijas lecheriegas y sin quererlo salió de su boca un gargallo azumbrado que me espurrió la cara amolándome la tarde.
Después de echar una pinta de purriela volvimos al pueblo, que se encontraba en cá dios, acompañados por doquier de verdulagas, truviscos y cojonicos del Niño Jesús alternando con algún garapaero, comentamos que el macho achifostronao del pescarañas y trafullero Silverio había muerto de un cólico miserere dando un violento revirón cuando lo estaban calzando.
Llegados a la charca de Santo Cristo, infestada de gusarapos, lentejas y raniscas, Longinos, que era un gusmia mancepulas, debía de espachar a los gurriatos y quitar los grillos a las patatas por lo que nos despedimos a la zacapella.
Es de suponer que algunas de estas palabras y expresiones un tanto arrusticadas tengan sus raíces en la llamada “habla sayaguesa”.

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