NIÑOS EN LOS FOGONES DEL
PULIJON
Los del Pulijón llevan varios
años promocionando el arte culinario a nivel de los más pequeños y jóvenes en
su noble y peculiar planta compuesta de cocina, asador y comedor. De ahí que
desde hace una decena de años (nos adelantamos a todas las televisiones)
coincidiendo con el miércoles de la “semana grande” organice un taller de
cocina dirigido por algunas madres expertas en la materia. En esta ocasión han
sido cuarenta niños y 8 jóvenes los que han participado con muchas ganas de
aprender a cocinar divirtiéndose.
La jornada gastronómica se
desarrolló en dos fases. La matinal se dedicó a la preparación de lo más
básico: elaboración de mandiles y gorros de cocina, pintado de carteles
alusivos a la actividad, compra de algunos productos a utilizar, repartos de
trabajo, distribución de espacios y otros aspectos que conllevan a cumplir con
el objetivo propuesto. La tarde se entra directamente en materia. Para este año
el menú consistió en la elaboración de hamburguesas y brochetas de frutas
variadas.
Con sus impolutos atuendos de
cocineros iniciaron la tarea. Unos con el troceado de frutas (melón, sandía,
piña y melocotón) que fueron colocando en bandejas separadas. Otros con el
lavado y cortado de lechuga, cebolla, tomate y queso. Un tercer grupo se
dedicaba a preparar las bandejitas y los palillos con la etiqueta de PULICHEF. Con
ayuda de los mayores se habilitaron las planchas para el preparado de la carne.
Los niños seguían la operación a cierta distancia observando el cambio de color
que iban tomando las hamburguesas y el aroma que soltaban al contacto con el
metal.
Cuando todos los ingredientes
estuvieron dispuestos, entre cánticos, gracietas y consejos de las cocineras se
emprendió la parte final, es decir, la elaboración y el acabado de los dos
platos que posteriormente ofrecerían a los socios adultos para su degustación.
Era algo digno de ver cómo todos los participantes, arremangados y con las
manos limpias, se olvidaron de complejos y se dedicaron a “levantar” los
diferentes “pisos” de cada hamburguesa que colocaban con cuidado y cariño en
uno de los dos cuencos de la bandeja mientras rellenaban de patatas fritas el
otro. El resultado final resultó todo un espectáculo de colorido y ricos
sabores al decir de los ciento sesenta comensales que dieron buena cuenta del
producto.
Iniciativas como ésta no solo
ayudan a potenciar el gusto por la cocina y por el trabajo magníficamente
realizado sino que empuja a la amistad y camaradería entre los participantes.
Agradecemos a las madres y adultos que han aportado su ayuda desinteresada y
les emplazamos para la jornada del próximo año.
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