¡QUE VIENEN, QUE VIENEN!
Este
es el lema que se repite a voz en grito durante todo el recorrido de los
encierros de Fermoselle. Lo mismo ocurre durante los ya conocidos ENCIERROS
INFANTILES que desde hace muchos años programa la peña El Pulijón. Durante dos
noches, el “miércoles y el viernes de toros”, repiquetea la Campana Torera para
indicar que el festejo va a comenzar. Los cargadores de los toros simulados,
así como los mayorales y “pastores” contratados por El Fari, propietario de la
ganadería, se disponen a que todo se desarrolle con normalidad y sin incidentes
(y es que la multitud de corredores a veces “le ponen los nervios a flor de
piel a los organizadores” por lo que desde aquí piden colaboración a los
adultos por si fuere necesario su colaboración).
Pero
volvamos a la carrera. Mientras se entona el “A San Agustín pedimos…”frente a
la hornacina de la capilla, cuatro morlacos de “piel-cartón”, junto al cabestro
y a un jinete se disponen a lanzarse calle abajo, desde el Arco, hasta la plaza
de madera.
Arropados entre niños, padres y abuelos a una velocidad pasmosa que transmiten a través de sus gestos, llegan
todos, cornúpetas y corredores, al coso para que sin tiempo de recuperar retrocedan, ahora
calle arriba, hasta el punto de inicio. Cambio de portadores, pues la carrera
es muy dura, y vuelta a empezar. Así varias subidas y bajadas sin que decaiga
el vocerío, la animación, el buen ambiente y la alegría compartida. Pasada
media hora de carreras y con los novillos exhaustos se da por finalizado cada
encierro. Y todos satisfechos pensando en el próximo año.
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