martes, 21 de agosto de 2018


 PASEO POR LOS ARRIBES
La peña “EL Pulijón” ha retomado una actividad en desuso desde hace bastantes años que ha denominado “RUTA MEDIAMBIENTAL”. Hoy se ha materializado con la visita a diferentes parajes de Pinilla, y reconocemos que ha despertado un interés inusitado entre sus socios y simpatizantes. Han actuado como guías y expertos conocedores del arribanzo: Begoña, Roberto y José Luis, los tres componentes del “Pulijón”. Desde aquí nuestro agradecimiento.
A las 9,30 partieron hacia la zona un centenar de personas, niños y adultos, transportados en 20 vehículos que les han aproximado hasta la primera parada. A unos 500 metros de la carretera a Pinilla y por camino de tierra y pedregal, llegaron a uno de los alcornocales más extensos y mejor conservados de la comarca sayaguesa. La sorpresa de los caminantes fue mayúscula al contemplar unos ejemplares centenarios del “quercus”  cobijados bajo la mirada del “abuelo”  excelentemente conservado, con su porte altivo conformado por un tronco de 6 metros de circunferencia y un vuelo de ramaje para dar sombra a todos los allí presentes multiplicados por diez. Unos metros más  abajo nos esperaba otra sorpresa; una serie de lagunas, que dan vida a la flora y fauna estival, mostraron su frescura y la inevitable gracia de las ranitas que hacen de esa zona una especie de arcadia feliz. ¡En esta ocasión hemos sido afortunados!
Desde allí nos dirigimos a los “Hornos del Barrero” que se conservan como en los mejores años de su producción de adobes y ladrillos. Perfectamente explicados a través del texto e imágenes que se ofrecen en unos paneles protegidos por un “sobretejado” y con la información de Roberto, nos quedó lo suficientemente claro la importancia que tuvo este taller artesano para los pobladores de los pueblos del entorno.
A media mañana, y como se había programado, nos encaminamos al paraje del Jimbrón  para, avanzando unos cientos de metros, enfrentarnos a unas vistas de los arribes, con el Duero, sereno y mayestático, como dormido, en la profundidad del abismo, que sobrecogió, por su espectacularidad, a los que tuvieron valor de encaramarse en los roquedales. Fotos y más fotos para el recuerdo inmortalizaron las cámaras de los participantes. Y a continuación había que reponer fuerzas en la chopera que acompaña a la “Fuente de la Vide” donde los más pequeños disfrutaron jugando con el agua que emanaba, fría y transparente de los manantiales que aguantan el estiaje. Casi  no hizo falta sacar los bocadillos de las mochilas pues el “Pulijón” ofreció hornazo, chorizo, salchichón, agua y vino suficiente para satisfacer a los comensales. Posteriormente Roberto obsequió a todos con un ejemplar de granate, mineral extraído en la misma zona.
Ya de regreso a Fermoselle hubo tiempo para contemplar una de las encinas más llamativas y visitadas que se ubica a una corta distancia de la carretera.
Solamente decir que todos los participantes han disfrutado de un día maravilloso de campo y naturaleza que les ha roto la monotonía del día a día y que será inolvidable para buena parte de la familia “pulijonera”.

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