LA NOCHE DE SAN JUAN
EN FERMOSELLE
Desde mi
adolescencia no había coincidido en Fermoselle la Noche de San Juan. A fuer de ser
sincero, este año hice el firme propósito de presenciar el rito y la tradición que
se produce esta noche mágica año tras
año. Ha variado en bastantes aspectos (volumen del material a quemar, personas
asistentes sin ánimo de intervenir, participantes con muchas ganar de disfrutar
de la noche como protagonistas, número de saltadores…, pero no ha perdido su
esencia y significado, así como su metodología.
Todo se preparó con
minuciosidad: base de arena en la plaza mayor para evitar el deterioro del
suelo; vallado del recinto del fuego por cuestión de seguridad; colocación de
la pira en forma piramidal con cepas cubiertas de plantas olorosas (tomillo
blanco y limón, alegría, hinojo, romero) tan
abundantes en los Arribes; encargados de la ceremonia; en fin, que no se dejó
nada al azar siendo todo controlado…¡hasta la hora de inicio!
Antes de
las 12 de la noche se notaba en la plaza mayor y en sus aledaños que algo
importante se iba a producir. El calor del día hizo que la temperatura
agradable a esa hora animara a cientos de vecinos a congregarse en el recinto.
El regidor de la villa y algunos ediles
miraban con suma atención el reloj para dar la orden del prendido de la
hoguera. Sonaban las doce y tirando de cerilla se produjo el momento esperado.
Con rapidez las llamas se avivaron y hubo que alejarse de ellas en plan
preventivo mientras el aire se llenaba de aromas vegetales. El murmullo de la gente iba
in crescendo a la vez que la fuerza inicial de las llamas perdía vivacidad.
Ahora se retiran las vallas y comienza el rito propiamente sanjuanero.
Un
numeroso grupo de asistentes se toman de las manos formando un corro que danza
en torno a la hoguera. La señora Emilia, igual que lo ha hecho durante muchos
años, inicia una especie de conjuro que repiten los participantes: “…Antes
de que me vengan a chupar, brujas, brujos, zánganas, zánganos, que vayan a
contar, las tejas del tejar, la paja del pajar…”.
Y entonan la tonada típica y esperada:
“A coger el trébole, el trébole, el trébole,
A coger el trébole
La noche de San Juan.
A coger el trébole, el trébole, el trébole,
A coger el trébole
Los mis amores van.”
A coger el trébole
La noche de San Juan.
A coger el trébole, el trébole, el trébole,
A coger el trébole
Los mis amores van.”
Una salva de aplausos cierra
esta parte que se ha ido alternando con el lanzamiento de papeles manuscritos
con las cosas que se desean quemar. Es la oportunidad para los “saltadores del
fuego”. Chicos y mayores lo hacen con mucha destreza y siguiendo el turno
correspondiente. Un par de caídas, sin importancia, animaron el cotarro, sin
que se produjeran daños reseñables.
La noche se alarga, pero antes
hay que rematar la fiesta con los dulces y la queimada preparada al efecto, ofrecida por el consistorio para cuantos se
acercaron a degustarlos. ¡Todo estaba demasiado rico¡ Eran las 2 de la
madrugada cuando se dio por finalizada la Noche de San Juan ahogando los restos
de la hoguera.
Desde luego, no perdí el tiempo
asistiendo a esta costumbre fermosellana y seguro que volveré. Quedáis
convocados para el día 23 de junio de 2.018…a media noche.
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