A VUELAPLUMA
ANE MONZÓN GARCÍA
“ORO LÍQUIDO DE FERMOSELLE”
Ane
Monzón García, nació en Salamanca y se siente fermosellana de corazón y por los cuatro costados; no en vano sus predecesores ahondan sus raíces en
Fermoselle. Actualmente estudia un doble grado de periodismo y humanidades en
la universidad Carlos III de Madrid. Dentro de la asignatura Reportaje en
Profundidad ha elaborado un trabajo claramente relacionado con Fermoselle y con
una de las actividades agrícolas más importantes de la Villa como es la
recogida de la aceituna y la elaboración del aceite. Lleva por título “ORO
LÍQUIDO DE FERMOSELLE”.
Dice
Ane que eligió ese tema porque quería aproximarme al mundo rural en un momento
en el que parece que todo se centra en las grandes instituciones y la velocidad
de las ciudades. Que le pareció una buena manera de acercarse al pueblo y a su
historia e incluso a su círculo más cercano (los personajes que cita tienen
relación familiar con ella).
Se
trata de una descripción realista en la que participa activamente, muy bien
estructurada y con un fuerte sabor lígrimo al terruño.
Trascribo
algunos párrafos:
“El olivo que
“pañaban” era de grandes dimensiones; un olivo de más de mil años de antigüedad. Lo habían rodeado
con las típicas redes verdes que cubren el
suelo y recogen el fruto que cae de las ramas. Gabri se encargaba de podar
la parte superior del árbol para facilitar la altura del vareo…”
“Cerca del olivo, Toño atiza una lumbre en la que se preparará posteriormente la parrilla. Se aprovechan las hojas, ramas y ramones que se
han caído de los olivos para hacer
el fuego. El contraste entre
el frío de diciembre y el calor de
la lumbre permite amenizar la faena.
Meri no tiene inconveniente en admitir que lo mejor de la recogida de la aceituna es la comida. Sobre la lumbre se cocinan costillas, el habitual pestorejo -careta de cerdo adobada- o lo que apetezca; todo esto acompañado del hornazo típico de la zona y, a lo mejor, de las propias aceitunas ya preparadas tras el
aliño…”
“Roberto
Fariza, un forastero que llegó en los ochenta como guardia civil al pueblo -con
un puesto de vigilancia fronteriza- sin intención de quedarse, ya lleva más de treinta
años siendo un follaco más (gentilicio que también se les da a
los fermosellanos). Se casó con Begoña
-hija de la Pili del Amado “Patricio” y del Emilio del Tomás “Calero” y la María “Panadera”- con quien formó una
familia y construyó una casa. “No pensaba quedarme y ahí me ves con ocho viñas, el olivar, el huerto, las gallinas y los perros”, nos dice. Ahora jubilado y en la reserva
activa, dedica la mayor parte de su tiempo
al mundo de la agricultura, por el
que siente una gran pasión.
Cuenta
cómo ha cambiado el pueblo desde que él llegó. Debido a las transformaciones
que ha experimentado el mundo rural en las últimas décadas, Fermoselle forma
parte de lo que conocemos como “la España vaciada”. A principios del siglo XX,
cuando el municipio podía llegar a contar con más de 8000 habitantes, se produjo un primer éxodo de emigración hacia varios países de Latinoamérica como Argentina, México y Chile. Más tarde, en
las décadas de los 50 y 60, sucedió la diáspora rural hacia zonas urbanas del interior de España como Bilbao, Barcelona o Madrid. “Cuando yo
llegué a Fermoselle, en enero del 85, había 2740 habitantes y hoy seguramente no llegue a los mil. Aunque
hay 1200 empadronados porque la gente se empadrona para pagar menos impuestos, sobre
todo para los vehículos de rodaje, ya
que es más barato aquí”, dice Roberto…”
Para finalizar este “A vuelapluma”
decir que Ane tiene estudios musicales y que ha participado en todas las
ediciones de las Veladas Musicales “JÓVENES INTÉRPRETES”, actividad organizada
en Fermoselle por la Asociación Cultural “El Pulijón” de la que también es
socia.
Enhorabuena, Ane, y a continuar en esa
línea de trabajo y éxitos.
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