MISERERE AL CRISTO DE LA AGONÍA
El canto religioso del Miserere fue creado por Gregorio Allegri
en torno al año 1.638. Lo compuso para ser cantado en latín el miércoles y el
viernes de Semana Santa en la Capilla Sixtina (Basílica de San Pedro en el
Vaticano). Musicaliza el Salmo 51 en el que se narra la visita del profesa
Natán al rey David por haber cometido un adulterio, de ahí que también se le
conozca como el Salmo de David.
En Fermoselle siempre se lo oí interpretar a capela a Ramiro,
sacristán de la parroquia, los días de Semana Santa dirigiendo a los cofrades
de la “Orden Tercera de San Francisco”. Posteriormente también la entonaron, con mucho
acierto, Anselmo Fortuna y Jesús Varas. En la actualidad el coro de los
cofrades de Nuestro Señor de la Agonía la canta el Miércoles Santo durante la “Procesión Nocturna
del Silencio” en diferentes momentos del recorrido.
Conforme
a tu misericordia:
Conforme
a la multitud de tus piedades
Borra
mis rebeliones.
Lávame
más y más de mi maldad,
Y
límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones;
Porque yo reconozco mis rebeliones;
Y
mi pecado está siempre delante de mí.
A
ti, a ti solo he pecado,
Y
he hecho lo malo delante de tus ojos:
Porque
seas reconocido justo en tu palabra,
Y
tenido por puro en tu juicio.
He
aquí,
En
maldad he sido formado,
Y
en pecado me concibió mi madre.
He
aquí,
Tú
amas la verdad en lo íntimo:
Y
en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo, y será limpio:
Purifícame con hisopo, y será limpio:
Lávame,
y seré emblanquecido más que la nieve.
Hazme oír gozo y alegría;
Hazme oír gozo y alegría;
Y
se recrearán los huesos que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados,
Esconde tu rostro de mis pecados,
Y
borra todas mis maldades.
Crea
en mí, oh Dios,
Un
corazón limpio;
Y
renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de delante de ti;
No me eches de delante de ti;
Y
no quites de mí tu santo espíritu.
Vuélveme el gozo de tu salud;
Y
el espíritu libre me sustente.
Enseñaré á los prevaricadores tus caminos;
Enseñaré á los prevaricadores tus caminos;
Y
los pecadores se convertirán a ti.
Líbrame de homicidios, oh Dios,
Dios
de mi salud:
Cantará
mi lengua tu justicia.
Señor,
abre mis labios;
Y
publicará mi boca tu alabanza.
Porque no quieres tu sacrificio,
Que
yo daría;
No
quieres holocausto.
Los sacrificios de Dios son el espíritu
quebrantado:
Al
corazón contrito y humillado
No
despreciarás tú, oh Dios.
Haz bien con tu benevolencia á Sión:
Haz bien con tu benevolencia á Sión:
Edifica
los muros de Jerusalén.
Entonces te agradarán los sacrificios de
justicia,
El
holocausto ú ofrenda del todo quemada:
Entonces
ofrecerán sobre tu altar becerros.
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