PINCELADAS DE PASIÓN
EN FERMOSELLE (II)

No pudo
ser. Esperando todo el año para acompañar a los pasos procesionales, y lo que
representan, de Fermoselle y se cumplieron los malos pronóstico atmosféricos
que se venían comunicando durante los días anteriores. La procesión del
Nazareno se realizó con bastantes fieles pese al temor a la lluvia anunciada,
aunque las tallas del Nazareno y su madre de la Soledad estuvieron en todo
momento protegidas por unos plásticos. No
ocurrió así con la nocturna del Bendito Cristo de la Agonía. Debido al
aguacero que caía sobre Fermoselle a esa hora obligó a los responsables de la
cofradía a quedarse dentro del templo. Tristeza, pena y algún que otro llanto
afloraron en los rostros de los cofrades. A pesar de ello, los portadores de la
imagen “bailaron”, y con mucha seriedad, al Cristo frente al altar mayor al son
de los compases de la orquesta desplazada desde el vecino Portugal. No faltó la
emoción del cántico del Miserere, en esta ocasión interpretado con gran dominio
por Jesús Varas (no en vano fue uno de los seguidores de Ramiro, junto a
Anselmo Fortuna, cuando en otros tiempos se cantaba en su totalidad) y seguido
en profundo silencio por la gente que abarrotaba el templo parroquial
fermosellano. Un caluroso aplauso cerró el acto.
VIERNES
SANTO
Dos
procesiones se programan para este Viernes Santo en Fermoselle. La del
Encuentro y la del Santo Entierro
PROCESIÓN DEL ENCUENTRO

El amanecer
en la localidad se hace pasión y soledad por la muerte de Jesús. A las 8 de la
mañana se celebra la procesión del Encuentro. No es muy numerosa en
participantes lo que le proporciona un sentido más de familiaridad y
recogimiento.
Procesionan las dos tallas del día anterior, es decir, el
Nazareno y la Soledad, aunque durante la primera parte del recorrido lo hacen
por diferente itinerario. Desde la Cruz de la Cárcel continúa ya en una sola
hasta el cementerio para regresar nuevamente a la parroquia. Solamente el
cántico del sacerdote y las mujeres rompen durante el trayecto el frío silencio
del amanecer. Para este encuentro no son necesarios los instrumentos musicales.
“Las estrellas y luceros
Iluminan tu hermosura
Cuando pasas Soledad
Buscando a tu hijo Jesús
Por la calle la Amargura.”

Muy
interesante la despedida de la madre que se aparta hacia la calle de la
Amargura (nombre justamente apropiado para la ocasión) y su recorrido por la
estrechez que provoca el caserío, el encuentro con Jesús en la confluencia de
la Amargura con Isidro Cabezas, las tres genuflexiones a la orden de un
participante, el grupo que arropa a ambas imágenes, la colocación por parte de
una lugareña, del sudario de Cristo (bien seguro para evitar lo de la cigüeña),
en el “patibulum” de la cruz de madera
que enhiesta espera todo el año este momento en el monumento del
descendimiento.
PROCESIÓN DEL SANTO ENTIERRO

Nos
encaminamos hacia el final de la Pasión del Señor, pero nos queda por ver la
procesión que tal vez más atención suscita entre los fermosellanos. Se trata del Santo Entierro o más conocida como Nuestro
Señor de la Urna. La partida se realiza desde la parroquial. Finalizados los
Santos Oficios, el gentío se agolpa a la salida para contemplar la imagen del
yacente, un Cristo articulado, que se nos presenta “enclaustrado” en una urna
de madera acristalada y custodiado por cuatro “rechonchos” angelotes que portan
los símbolos de la crucifixión. Lo portan, a hombros, los mocetones del pueblo,
pues por lo oído pesa “lo suyo”. Le sigue su madre Nuestra Señora de la
Soledad.
“Ungüento de luna y cielo
Sobre la sangre, se abrazan,
Buscando de Jesucristo
Esas rosa encarnadas,
Que le brotaron del pecho
Frente al rumor de una lanza…”
Prestad
atención a los siguientes instantes: El ritmo que le imprimen los cargadores de
la urna en el rellano hasta la Plaza Mayor, la vista desde la calzada junto al
crucero de la Cárcel, la parada en el Pozo Portal para cruzar la carretera, la
situación que se contempla en toda su extensión de los lugares en los que se
acoplan los acompañantes en la zona del pabellón de deportes,
el paso ajustado en
torno al descendimiento y sobre todo, una vez realizadas todas las maniobras de
colocación de la urna junto a la puerta de la ermita de la Soledad del
cementerio frente a la cara llorosa de su madre, la despedida que le hace todo
el pueblo, por tres veces consecutivas, a eso de…”A la una, a las dos y a las
tres, bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar” acompañado de
una genuflexión, al regreso de la Virgen delante y Cristo muerto detrás
(antiguamente quedaba depositado durante todo el año en la citada ermita) y la
entrada a la iglesia al son del himno nacional.
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