EL “ABUELO”, COMO SÍMBOLO TAURÓMACO EN FERMOSELLE
Me informa mi buen amigo Roberto Fariza que el día 19 de julio, los operarios encargados de dar forma a la plaza de madera, que se transforma en coso taurino para recibir a los astados en fechas próximas, la han dado por finiquitada con la colocación del último poste denominado, con certera propiedad, el “abuelo”. Bajo la dirección de José Fernández, puro seguidor de la saga de los “Tarabilla”, constructores desde muy antiguo de este entramado maderil y propietarios de la madera, los obreros encargados por el ayuntamiento para esa tarea han engarzado un sin fin de piezas empleando un mes y medio de trabajo. Desde este momento está lista para ser utilizada como auditorio, pista de baile, coso taurino, terraza de cafetería, centro de relax y otras funciones para solventar el ocio de los fermosellanos y visitantes durante las fiestas patronales de “San Agustín”. Solamente falta la revisión del técnico oficial que le dé el visto bueno y que certifica su seguridad.
El “abuelo” es apelado así, no solo porque es el poste más antiguo de todos cuantos se colocan y sujetan los tendidos, sino que, al igual que el resto de los abuelo humanos son una carga de experiencia, este tiene una función en exclusiva y sumamente importante, pues lleva incorporados los anclajes sobre los que girará el cañizo o portón que cierra la plaza impidiendo la salida de los animales al exterior del recinto. El resto de tablones, formas y postes, una vez ajados por el uso de los años, se les van sustituyendo por otros nuevos.
No ocurre lo mismo con el “abuelo”. Este es el original. El que rezuma historia y tradición por los cuatro costados. Se le nota nada más observarlo. Se le ha reforzado en los puntos débiles y se mantiene robusto dando ejemplo al resto de compañeros. Yo siempre le recuerdo así desde que siendo niño tuve la oportunidad y la suerte de ver parte de algunos de los festejos realizados en la plaza encaramado en uno de los tres asientos que mi abuelo Ángel Gavilanes montaba en lo alto, a modo de plataforma, y que nos íbamos turnando entre parte de la familia al ser un lugar un tanto privilegiado para seguir los avatares que se dirimían en el ruedo y en la última parte del recorrido de los encierros.
El abuelo, situado en un punto estratégico, justo a la derecha de la entrada a la plaza, siempre ha sido admirado y fotografiado desde todos los ángulos y desde abajo a arriba por ser el representante más llamativo y poderoso del conjunto formado por el maderamen; además, las muestras de aprecio del público hacia el madero son tales que se convierten en una especie de pasamanos icónico, como si de un ídolo se tratara. Seguro que para ellos lo es.
Hablar del “abuelo” en Fermoselle es como hablar de
uno de los principales dioses del Olimpo. Sin quererlo nos traslada en vuelo
rápido y vertiginoso al núcleo central
de las fiestas. El “abuelo” nos invita a que le acompañemos durante estos días,
ya que pronto se le trasladará a su letargo de diez meses donde seguirá soñando
en volver a su puesto de trabajo a la vez que se alimenta de los aplausos y
sobresaltos vividos durante el espacio de un mes. Mucho descanso para poco
tiempo. Pero la seguridad que trasmite requiere un largo y reparador descanso
para asegurarse una salud de hierro antes de su vuelta a la plaza de toros de
la Villa de los Arribes allá a primeros de junio de 2024. Suerte y salud para
aguantar las 720 horas aproximadas de rendimiento continuo noche y día de este
agosto 2023.
Fotos cedidas por Roberto Fariza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario