A VUELAPLUMA
ALEJO MARÍN ESTEBAN
“DE FERMOSELLE Y SUS FIESTAS, AL PULIJÓN”
Alejo Marín,
empresario en Madrid, fermosellano consorte y miembro de la peña “El Pulijón”, escribió
en julio de 1.976, a requerimiento de la Junta Directiva, este artículo que se
plasmó en la revista editada en agosto del mismo año titulada FIESTAS.
“Habíamos
llegado a Fermoselle desde Zamora por Bermillo de Sayago, Villar del Buey y ya
llegando a la izquierda y casi invisible, Cibanal, coronado por grandes torres para
transporte de energía eléctrica, adorno por cierto muy abundante en la zona,
debido a la favorable fluvialidad de los ríos Tormes y Duero.
Hemos
de confesar nuestro encanto por sus bellísimos paisajes, que adquieren en la
ronda una cierta grandeza por compaginar muy bien la sinuosidad con la
austeridad que inspiran fuertes deseos de posesión y de respeto.
Oh
ronda, ronda, femenina y coqueta, tan fácil de amar, tan apropiada a nuestros
sueños.
Fermoselle, en contraste con su nombre delicado, es un
pueblo recio por sus grandes rocas apretadas y abundantes, sus casas de piedra,
las bóvedas, granito y paciencia de sus bodegas, y sobre todo, o quizá
solamente por eso, por sus hombres curtidos, manos duras, corazón blando, boca
caliente para el vino…
Plaza
mayor inamovible, aparcada en el tiempo, en la que haciendo honor a su estirpe
castellana destaca la iglesia parroquial cuya grandeza no logra mellar el
ridículo aditamento de una antena de TV, musgo profanado, instalada en lo alto
de su torre. Destaca también el ayuntamiento coronado y adornado ¡esta vez sí! con
la ilusión de todos los fermosellanos fundida en una campana: La Campana
Torera.
Agosto,
segunda mitad, fiestas patronales FIESTAS DE FERMOSELLE: muchos saludos y
bienvenidas, calles repletas, ambiente festivo. El “Prao” explosión de colores.
El encierro once meses añorado, recordando e idealizando quizás a muchos
kilómetros de distancia. Las corridas de toros, las verbenas, el toro de fuego,
el baile del casino, la traca, el pulijón, las peñas; apretado resumen de unas
fiestas que son mucho más.
Por
fin, cómo no, dedicamos unas líneas a la peña del Pulijón que se diferencia de
las otras en que se divierte en la medida en que logra divertir a su pueblo, en
que casi todo, y especialmente lo mejor lo dedica no al socio, sino a la gente.
Buena labor y mejor intención de este grupo de amigos que aman a su pueblo
porque saben que es el mejor modo de respetarse así mismo.
La peña del Pulijón
No sé qué tiene.
Son cautivos mis sentidos
Cuando ella viene.
Tiene buen humor, tiene grandeza,
Ganas de divertirse y decisión.
Quiere a su pueblo, ama a su tierra,
Siente a sus amigos, tiene corazón.”
Madrid, 15
de Julio de 1.976
Alejo Marín