lunes, 15 de diciembre de 2025

 DourOliva:

La familia que ha devuelto el alma aceitera a Fermoselle con su Museo del Aceite

Si difícil es encontrar una familia de emprendedores en lo que se ha dado en llamar la España vaciada, más difícil aún es hallar un verdadero ejemplo de emprendimiento familiar arraigado al territorio. Sin embargo, en Fermoselle, corazón de los Arribes del Duero, la familia Díez Ramos —Tomás Díez, Isabel Ramos y su hijo Alberto— está demostrando que la innovación, la tradición y la pasión por la tierra pueden convivir y prosperar.




Desde hace unos años, estos emprendedores apostaron por un producto tan valioso como simbólico: el aceite de oliva virgen extra, ese “oro líquido” que comercializan bajo la marca DourOliva. Su proyecto ha crecido con fuerza, consolidándose día a día gracias a la calidad del producto y al compromiso con la identidad local.

Pero la visión de la familia iba más allá de la simple comercialización. Mientras DourOliva tomaba forma, Tomás Díez decidió adquirir un edificio cargado de memoria: la última almazara que molturó aceitunas en Fermoselle, propiedad de Ricardo Regojo y conocida popularmente como la “Tahona del Tío Largo”. ¿El objetivo? Nada menos que rescatar del olvido un oficio ancestral y transformarlo en un espacio vivo de divulgación.



Así nació el Museo del Aceite de DourOliva, inaugurado el 27 de julio de 2024 en una fábrica que data de 1883 y estuvo en funcionamiento hasta 1999. Un lugar donde pasado y presente dialogan a través de máquinas, aromas y recuerdos que, de otro modo, habrían quedado perdidos.



El proyecto ha supuesto un enorme esfuerzo de recuperación y restauración. Bajo la dirección de Alberto —hoy alma visible de la iniciativa— la familia rescató piezas originales de la tahona y reunió, gracias a vecinos y amigos, numerosos utensilios relacionados con la elaboración del aceite. El resultado es impresionante: molinos trituradores, vasijas, tinajas decantadoras, romanas, sinfines, zafras, prensas hidráulicas con sus capachos, bombas de pistón, batidoras, filtros, calderas, infernillos… Una colección completa que permite revivir el proceso tradicional, incluso con algunas máquinas funcionando ante los visitantes.



En la antigua almazara se recuerda cómo las aceitunas se trituraban hasta obtener una pasta que luego se prensaba para separar el aceite del alpechín —o alperujo, como también se denomina en la zona— siguiendo técnicas que durante generaciones definieron la economía local.

El recorrido museístico se completa con un aula de formación y catas gastronómicas donde los visitantes pueden degustar aceites, vinos, mermeladas y otros productos locales. Aquí se desvelan los secretos del AOVE, se transmiten conocimientos y se celebra la riqueza culinaria de los Arribes. En ocasiones, la experiencia culmina con cenas maridadas y actuaciones profesionales, convirtiendo el museo en un punto cultural y social único en la comarca.


El esfuerzo no ha pasado desapercibido. Pasado el verano, el Museo del Aceite de DourOliva recibió el premio al Mejor Oleoturismo con Experiencia Maridaje en los Premios a la Excelencia Turística 2025. Un logro que otorga prestigio nacional e internacional a esta iniciativa familiar, capaz de fusionar tradición olivera con propuestas gastronómicas y culturales de vanguardia.




Lo que la familia Díez Ramos ha creado va más allá de un museo: es un compromiso con la memoria, la identidad y el desarrollo sostenible de Fermoselle. Su labor demuestra que el patrimonio no solo se conserva, sino que puede reactivarse para generar riqueza, turismo y orgullo local.



La última almazara privada de Fermoselle vuelve a respirar, no como un vestigio del pasado, sino como un faro para el futuro. Y todo gracias a una familia que creyó en su tierra, en su historia y en el poder del emprendimiento rural.

Desde la Asociación Cultural El Pulijón, entidad a la que pertenecen Isabel y Tomás, felicitamos a toda la familia por el éxito de esta iniciativa a la vez que le deseamos un futuro prometedor y duradero.

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