FAMILIAS
(REVISTA
50 ANIVERSARIO)
En
El Pulijón, existe una norma no escrita que se cumple de manera casi ritual
durante las meriendas que se celebran en la zona de recreo de los Olivicos o en
el domicilio social. Cada vez que se reúnen los socios, una buena parte de
ellos, ya sea por lazos familiares o simplemente por la amistad que se ha
forjado a lo largo de los años, se agrupan en torno a las mismas mesas, como si
la tradición lo dictara.
Lo
curioso de esta costumbre es que, a lo largo del tiempo, estos mismos grupos se
colocan siempre en los mismos lugares. Como si el espacio estuviera marcado por
una fuerza invisible, los socios se sienten atraídos hacia sus sitios
habituales, aquellos donde durante años han compartido risas, anécdotas y
buenos momentos. Estas meriendas se convierten en un espacio para repartir
historias sobre cómo han transcurrido las fiestas, los últimos acontecimientos
en Fermoselle y, claro, las experiencias que cada uno lleva en su corazón.
Es
una tradición que parece como si estuviese grabada en el ADN de la peña, un
reflejo de la unión y el sentimiento de pertenencia que caracteriza a El
Pulijón. Cada año, en cada encuentro, se revive esa comunidad que, al sentarse
en las mismas mesas, no solo comparte comida, sino también la memoria colectiva
de un pueblo y de una peña que, con los años, se convierte más que en una
simple agrupación, en una gran familia.
Y como en todo buen ritual, el paso del
tiempo no hace sino fortalecer estas costumbres, haciendo que cada merienda sea
un momento más especial y lleno de significado.
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