miércoles, 19 de febrero de 2025

 Y FLORECIÓ LA FLOR EN LA VENTANA

Solemos decir que la naturaleza es muy sabia, y si no fuera así, ¿cómo se explicaría que en uno de los ventanales de la iglesia

Parroquial de la Asunción de Fermoselle haya brotado, como por arte de magia, una planta herbácea tan lozana? Creciendo con elegancia, su delicada flor amarillenta se asoma a quienes contemplan la torre, sin más que la roca fría como compañía. La escena nos recuerda cómo, a pesar de lo que consideramos esencial en la vida, la belleza puede surgir en los lugares más inesperados.

La naturaleza, en su infinita sabiduría, se manifiesta en este cuadro efímero pero lleno de significados. Flor y roca, vida y materia inerte, coexisten en armonía, dándonos una imagen divina, aunque de forma pasajera, que invita a la reflexión. En un momento, la vida florece a pesar de las piedras que parecen inmóviles, mostrándonos que, a veces, lo más hermoso emerge en los momentos y lugares más improbables.

No hay necesidad de saber más. No importa cómo ha llegado ahí, ni cómo ha conseguido mantenerse viva en ese lugar tan inhóspito y hostil, ni cómo se ha protegido de las bajas temperaturas del crudo invierno. Lo verdaderamente relevante y sublime, lo que me dejó sin palabras, era que esa flor existía, que se alzaba con dignidad ante el mundo, regalando su belleza primaveral sin pedir nada a cambio.

Este cuadro-espectáculo, digno de ser inmortalizado, me inspiró a capturarlo en una fotografía. Así, lo comparto con todos, para que podamos recordar que es una lección de perseverancia, de aceptación, de la increíble capacidad de la naturaleza para mostrarse en su forma más pura, incluso en los lugares más improbables.

martes, 18 de febrero de 2025

 NUEVA SAVIA MUSICAL EN EL PULIJÓN

En un post anterior reconocíamos que la actividad de los “Atronadores del Pulijón” había pasado a mejor vida. Sin embargo, nos hemos dado cuenta de que esa chispa festiva que siempre nos ha caracterizado no se ha apagado, sino que ha renacido con más fuerza gracias a la savia pulijonera que corre por las venas de algunos de nuestros socios más jóvenes. Hoy podemos anunciar con alegría que la charanga ha vuelto, y lo ha hecho sin necesidad de apoyos externos, porque cuando hay ganas, todo es posible.


Alberto, Tadeo, Hugo, Tronito, Julián y algunos más han decidido tomar el testigo y continuar con la tradición que iniciaron hace ya muchos años aquellos grandes músicos como Licesín, Antonio, José Manuel, el Regalao, Paulino, Alfredo, José Antonio, Luis, Monchi, Varas, Fernando, y tantos otros que dejaron su huella en las fiestas de Fermoselle. Estos nuevos Atronadores son la viva representación de la continuidad de la música que ha animado nuestras calles, nuestras plazas, nuestras fiestas.


A ellos les damos la bienvenida con todo nuestro apoyo y confianza. Sabemos que están comprometidos con la causa de mantener viva la esencia del Pulijón y seguir divirtiendo a los pulijoneros, a los vecinos de Fermoselle y a todos los visitantes que nos acompañan durante las fiestas agosteñas.



Así que, ¡afinemos los instrumentos y sigamos adelante con esta nueva etapa! Porque, como siempre decimos y proponemos, lo más importante es... ¡que la música no pare!


lunes, 17 de febrero de 2025

 LA ESCALINATA NUPCIAL

Se cuenta que la escalinata nupcial de Fermoselle, una de las reliquias del pasado, fue en su tiempo un espacio fundamental para los matrimonios que se celebraban en la iglesia parroquial de la Asunción. Esta escalinata, equidistante de las dos portadas románicas (meridional y occidental) del templo, era el escenario tradicional en el que los recién casados posaban al final de la ceremonia religiosa. Consistía, en cierto modo, en una especie de photocall natural, donde los novios y sus invitados se alineaban en los seis escalones para quedar plasmados para la posteridad, con los novios siempre en el centro, rodeados por sus seres queridos. Esta costumbre se convirtió en un rito indispensable en Fermoselle: no había boda que no pasara por allí.

Boda de Pilar y Emilio

El acto no solo era una forma simbólica de mostrar al pueblo la felicidad de la unión, sino también una tradición que quedaba inmortalizada en las fotos que muchos fermosellanos conservaban colgadas en sus casas. Las imágenes de esas bodas pasaban de generación en generación, formando parte de la historia de la Villa.

Boda de Ana y Luis

Sin embargo, con el paso de los años, la escalinata ha perdido la funcionalidad para la que fue utilizada, y en la actualidad se encuentra, en su parte izquierda, un tanto descabalada. Algunos de los  elementos que la conforman han quedado inservibles, y el paso del tiempo ha hecho mella en su estructura, que ya no ofrece la misma imagen que debiera, especialmente teniendo en cuenta su cercanía al templo. La escalinata, que antaño era un lugar de encuentro festivo y simbólico para los vecinos, ahora luce como una reliquia que poco dice a quienes la ven sin saber nada de  su historia.


Desconozco si hoy en día se mantiene la costumbre de posar en la escalinata tras la boda, pero lo que es indiscutible es que esta pequeña pero significativa estructura sigue siendo un testigo mudo de las costumbres de antaño. Quizás algún día se le pueda devolver el esplendor que tuvo, y, por qué no, recuperar esa bella tradición, para que las futuras generaciones también puedan posar allí, como aquellos fermosellanos que inmortalizaron su amor en ese rincón tan especial de su historia.

Boda de Patricia y Marcos

Agradecemos a las familias García Gómez y Luis Álvarez Regojo por la cesión de las imágenes.

domingo, 16 de febrero de 2025

 ¡¡QUE NO PARE LA MÚSICA!!

(REVISTA 50 ANIVERSARIO)

En Fermoselle, como en cualquier pueblo que celebre sus fiestas con pasión, la música es una de las grandes protagonistas. En El Pulijón, siempre hemos creído que la música no solo es un acompañante, sino un motor que anima, que da vida a las calles, que hace latir más fuerte el corazón de cada uno de los vecinos y visitantes. No hay fiesta sin música, no hay alegría sin su ritmo. La música es, por encima de todo, el alma de nuestra celebración.


En el Pulijón, para evitar el cansancio y la monotonía durante las fiestas, gritamos con fuerza que “QUE NO PARE LA MÚSICA", porque sabemos que es lo que da color a nuestras festividades, lo que nos llena de energía y nos hace sentir parte de algo más grande. La bullanguería, la algarabía, la diversión; todo eso lo trae consigo la música que inunda cada rincón de Fermoselle, transformando las calles en un verdadero escenario de fiesta.



Cantar, bailar, reír, gritar... son las formas en que nos expresamos durante nuestras veladas y festejos comunitarios. Y mientras la música siga sonando, todo seguirá siendo posible. ¡Que no pare la música! 



Porque en cada acorde y en cada paso de baile, estamos construyendo recuerdos, fortaleciendo lazos y, por supuesto, disfrutando de lo mejor de nuestras tradiciones.



sábado, 15 de febrero de 2025

 “LOS ATRONADORES DEL PULIJÓN”

(REVISTA 50 ANIVERSARIO)

Alegría a raudales y sana diversión desgranadas por calles, plazas y rincones de Fermoselle se constituyeron desde el mismo principio de la fundación del Pulijón como uno de los estandartes que marcaron y continúan marcando la esencia de esta agrupación cultural y festiva. Debido a ello y para no depender de nadie se tomó una decisión acertada y que de inmediato produjo los frutos deseados. 



Se formó una charanga de la casa que gravitaba en torno del añorado  tamborilero y también dulzainero de Brincones (Salamanca) Isaías Hernández junto al acordeonista Paulino, perteneciente a la casa, (ambos fallecidos recientemente) y con colaboraciones puntuales, en los últimos años, de Paco Moya. Como había que completarla con la percusión, ahí entraron de lleno algunos de los socios del Pulijón. 



Lo primero fue adquirir dichos instrumentos de acompañamiento. Así se le compraron a la familia de los Jorges, que habían finiquitado su actividad musical, los bombos, la caja y los platillos. Ya se disponía de todo lo necesario. Solo faltaba el nombre. Amparándonos en la fuerte sonoridad que producíamos en los primeros pasacalles se acordó denominarlos "Los Atronadores del Pulijón". 



Y con todas esas mimbres nos dedicamos a recorrer las diferentes calles de Fermoselle, desde la mañana hasta bien entrada la madrugada. Participamos en procesiones, en los festejos taurinos de la plaza, en las capeas y en los innumerables conciertos que se ofrecían a diario durante la Semana Grande, desde la plataforma-escenario ubicada frente a la entrada al domicilio social y que tanto juego daban mientras los espectadores degustaban  los chochos y la limonada que se ponían a disposición. Verdad es que siempre había aplausos.




Jubilados los maestros Isaías y Paulino, la actividad de “Los Atronadores” se tomó un tiempo de descanso y la actividad musical callejera la dejamos en manos de grupos de dulzaineros procedentes de agrupaciones folclóricas de Zamora. Ya desde hace más de una década se ha pasado a contratar unas buenas charangas para dos o tres actuaciones en los días centrales de las fiestas de agosto.

miércoles, 12 de febrero de 2025

 FAMILIAS

(REVISTA 50 ANIVERSARIO)

En El Pulijón, existe una norma no escrita que se cumple de manera casi ritual durante las meriendas que se celebran en la zona de recreo de los Olivicos o en el domicilio social. Cada vez que se reúnen los socios, una buena parte de ellos, ya sea por lazos familiares o simplemente por la amistad que se ha forjado a lo largo de los años, se agrupan en torno a las mismas mesas, como si la tradición lo dictara.


Lo curioso de esta costumbre es que, a lo largo del tiempo, estos mismos grupos se colocan siempre en los mismos lugares. Como si el espacio estuviera marcado por una fuerza invisible, los socios se sienten atraídos hacia sus sitios habituales, aquellos donde durante años han compartido risas, anécdotas y buenos momentos. Estas meriendas se convierten en un espacio para repartir historias sobre cómo han transcurrido las fiestas, los últimos acontecimientos en Fermoselle y, claro, las experiencias que cada uno lleva en su corazón.



Es una tradición que parece como si estuviese grabada en el ADN de la peña, un reflejo de la unión y el sentimiento de pertenencia que caracteriza a El Pulijón. Cada año, en cada encuentro, se revive esa comunidad que, al sentarse en las mismas mesas, no solo comparte comida, sino también la memoria colectiva de un pueblo y de una peña que, con los años, se convierte más que en una simple agrupación, en una gran familia. 


Y como en todo buen ritual, el paso del tiempo no hace sino fortalecer estas costumbres, haciendo que cada merienda sea un momento más especial y lleno de significado.

jueves, 6 de febrero de 2025

 EL “ABUELO” Y EL “CAÑIZO”

UNA HISTORIA DE AMOR

Se cuenta que en los tiempos de antaño, en el coso de madera instalado en el interior de la Plaza Mayor de Fermoselle durante las fiestas agustinianas, cohabitaban dos elementos muy destacados por encima del resto de piezas que conforman el habitáculo maderil. Estos dos elementos eran conocidos con cariño como el “abuelo” y el “cañizo”, una pareja que, como dos jóvenes enamorados, se abrazaban mutuamente cada mes de agosto para cumplir su cometido durante los festejos.

El "abuelo"

El "cañizo"

El “abuelo”, un robusto y rudimentario madero que se anclaba firmemente en el suelo, soportaba al “cañizo”, que giraba y giraba gracias a unos ingeniosos artilugios que lo unían a su compañero de fatigas. Juntos, desempeñaban una labor crucial durante las fiestas: cerraban la entrada a la plaza, resistiendo las embestidas de los novillos y cabestros, y aguantando el peso de los mozos y la chiquillería que, en su descanso, también se subían a su estructura. Eran parte esencial del paisaje festivo de Fermoselle, componentes de una tradición que, generación tras generación, se mantuvo viva en la memoria de los vecinos.


Cuando las fiestas llegaban a su fin, el “abuelo” y el “cañizo” se retiraban juntos, como dos viejos amigos, a descansar en unos pajares situados en el Callejón, donde aguardaban hasta el siguiente año. Pero, como todo en la vida, el tiempo pasa y el peso de los años comienza a hacer mella en todo lo que es viejo y querido. Así, el “abuelo” y el “cañizo” fueron retirados por el deterioro que sufrían tras tantas décadas de servicio. La unión que había sido tan fuerte durante años, tanto profesional como emocional, se rompió, y ambos elementos fueron separados, dejando un vacío en el corazón de Fermoselle.


El “abuelo”, solitario y triste, fue colocado en una esquina del templo parroquial, desde donde, con ojos llenos de melancolía, contempla el lugar donde antes se erguía orgulloso, derramando lágrimas de dolor al ver cómo su base se pudre lentamente y su madera se deteriora al estar expuesto a la intemperie. Mientras, el “cañizo” se encuentra en la puerta del Museo Etnográfico de Francisco J. Montero, donde se espera que forme parte del catálogo de piezas expuestas, aunque, como el “abuelo”, sigue sin dejar de lamentar su separación.

Nueva ubicación del "abuelo" y el "cañizo"

Ambos, en su vejez, sienten la ausencia del uno al otro y la nostalgia de tiempos mejores, cuando eran los protagonistas de las fiestas, los fotografiados, los buscados por los medios de comunicación que querían retratar su simbólica relación. El “abuelo” y el “cañizo” han sido testigos de muchos momentos históricos de la Villa, y su separación marca el final de una era, aunque con la esperanza de que algún día, tal vez, puedan volver a estar juntos, abrazados, como los viejos compañeros enamorados que siempre fueron.

Las piezas actuales sustitutas del "abuelo" y el "cañizo" 

Mientras tanto, los vecinos de Fermoselle les dedicamos un sentido homenaje, agradeciendo su legado festivo-taurómaco, con la esperanza de que su memoria perdure. Descansad en paz, queridos amigos. Que vuestra historia permanezca viva en el recuerdo de todos los que tuvimos la fortuna de veros en vuestro esplendor.