EL LEGADO DE JOSÉ LUIS “CRISTO”
“IN MEMORIAM”
De forma un tanto inesperada falleció hace unos días, debido al COVID, José Luis “Cristo”. Desde hace cinco años la figura de José Luis emergió con fuerza entre el vecindario de Fermoselle. José Luis sufrió lo indecible cuando el fuego provocado en agosto de 2017 calcinó una zona de monte en el pago de la Tabanera heredado de su padre. En este suceso no sólo se abrasó gran parte de la flora sino que también desaparecieron muchos de los recuerdos y vivencias infantiles cuando acompañando a su padre se desplazaba hasta ese lugar para cultivar en el huerto parte de los alimentos que serían consumidos en el hogar.
Posteriormente inició
el trabajo más serio y artesanal. Dentro de aquel espacio ennegrecido tuvo que
acabar con el arbolado, encinas centenarias principalmente, que había quedado
carbonizado. Igualmente acometió el podado y limpiado de las que ofrecían un
aspecto de poder ser salvadas. Pateando la gran extensión de metros cuadrados
retiró todos los restos de vegetación
para ser quemados de forma controlada en las diferentes hogueras. Apartó
todas las piedras que dificultaban el tránsito formando montones en puntos
concretos.
Todo este trabajo de recuperación le llevó muchísimas horas uniendo el amanecer con el ocaso, eso sí, con pequeñas pausas pare reponer energías. Poca gente en el pueblo sabía de esa actividad que algunos calificaron como la acción de un chiflado.
Pero José Luis no
se conformó con esa acción rehabilitadora y decidió completar la idea que le
seguía bullendo en su interior realizando nuevas plantaciones de vegetales
autóctonos del pago de la Tabanera. Transportaba agua, minerales y herbicidas
para conseguir el crecimiento saludable de las mismas. Sabía el nombre de
todas. Las mimaba como si de su familia se tratara. Incluso las señalaba para
que nadie las pisara o se las llevaran por delante.
Realizó acciones un tanto novedosas en ese entorno: sobre algunas lastras confeccionó con cuarcita las dedicatorias a su padre, hermano y sobrino Daniel. Trazó perfiles de algunos animales del hábitat. Construyó una “cueva” en la que descansaba y en ocasiones compartía ratos de ocio con sus amigos, y hasta “descubrió” restos de alguna civilización que habitó hace miles de años en estos territorios.
En cierta ocasión eligió agrandar el espacio ya en perfecto estado. Le quedaba pequeño para sus aspiraciones de naturalista. Por ello adquirió parte del monte colindante suyo dedicando toda su atención para dejarlo como el suyo. Y a fuer que lo consiguió.
Por supuesto que
también se preocupó de la fauna, respetando nidos y madrigueras, proporcionando
sitios de paso de mamíferos y confeccionando “pajareras”.
En los últimos tiempos llegó el momento de ofrecer al pueblo y turistas su obra ya consolidada y aquello se convirtió en una romería de personas ávidas de conocer y disfrutar de aquella especie de “jardín botánico” que José Luis había creado en el corazón del Parque Natural de los Arribes.
Con la ausencia de José Luis y su dedicación a la Tabanera me surge una pregunta obvia, ¿y ahora qué? No sería de recibo que esa ardua tarea quede silenciada u olvidada por el pueblo. Que ese espíritu emprendedor y desinteresado finalice liquidado con su muerte. Esperamos y deseamos que el ayuntamiento o los responsables del Parque Natural eviten su deterioro y tomen las medidas oportunas para que ese vergel inmaterial se mantenga tal cual para el bien de Fermoselle y el Parque de Arribes del Duero con la seguridad que revertirá en el deleite de los fermosellanos y visitantes. José Luis, permanecerás siempre en el recuerdo de tus amigos. Descansa en paz, cuñado.
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