A VUELAPLUMA
AURORA CORTÉS
MARCOS
“LA RONDA” – “UN PASEO POR FERMOSELLE NEVADO”
Aurora Cortés estudió enfermería en la
universidad de Salamanca, ejerciendo actualmente esa profesión en el subcentro de salud en Villarino
de los Aires y anteriormente en otros pueblos de la zona desde hace treinta años. Reside en Fermoselle, su pueblo, donde
está implicada en una serie de iniciativas que se traducen en frutos
apetecibles de cara a la ornamentación de la Villa. Gran enamorada de la
naturaleza gusta de realizar rutas por las diferentes zonas de los Arribes y
Sayago, al igual que paseos por los rincones de Fermoselle, acompañada de su marido,
Toño, encargado de inmortalizar con su máquina de fotos todos los detalles con
los que se topan en sus desplazamientos. Dominadora del lenguaje y conocedora
de la idiosincrasia fermosellana, Aurora
remata todas sus salidas con unas
excelentes descripciones que te trasladan a la auténtica realidad. Aquí
dejo dos muestras de su valía como escritora.
LA RONDA
“Si todos
los caminos conducen a Roma, por qué no desviarse un poquito a la izquierda y
disfrutar del paseo de la Ronda en Fermoselle. Antiguamente los mozos y mozas
las tardes de domingo acudían a este paseo. ¿Y cómo no enamorarse en semejante
escenario?
Si miras
hacia arriba dos inmensas moles de piedra granítica, las Cachas del Culo,
sostienen el mirador del castillo vista sin igual hacia el río Duero.
Paseando
tranquilamente disfruta de unas casas colgadas que desafían la gravedad. El sol
del atardecer las tiñe de un color dorado tan intenso que no es posible dejar
de mirarlas.
Sobre las
piedras crecen chumberas que muestran
sus higos chumbos, que van desde amarillo, naranja a rojo intenso, de gran
sabor pero ¡ojo! que esos frutos se defienden con unos pequeños picos que se
incrustan y puedes tardar una tarde entera en sacarlos. Como curiosidad, los
cactus tienen un parásito, la cochinilla, utilizado para obtener el colorante rojo
carmín. Junto a ellos los granados con una flor naranja intenso y en octubre
abre sus frutos.
A ambos
lados de la carretera te puedes encontrar cornicabra, llamada cuerna en
Fermoselle, un pequeño arbusto utilizado para injertar la planta del pistacho.
Otra curiosidad es que esta planta desarrolla una agalla en forma de cuerno que
no es ni flor, ni fruto, ni semilla, sino una hoja hipertrofiada inducida por
un pulgón.
También te
puedes encontrar zumaques utilizados para curtir pieles, muy importante en la
época en que se hacían los pellejos y para teñir las ropas de un color parduzco
de las señoras que quedaban viudas y tenían que vestir el luto.
Sigue
mirando hacia arriba y observa lo poco que queda de la muralla del castillo.
Para terminar abre la puerta en la fuente del pozo Mergúbez.”
UN PASEO POR FERMOSELLE NEVADO
“Me gusta
mirar por la ventana y ver caer los primeros copos de nieve. La ilusión de ver
a todos gritando... Que va a cuajar., Que ya está cuajando...
Levantarme
por la mañana un domingo y ver el paisaje nevado. El brillo de la nieve virgen
cuando recibe los rayos del sol, pisarla y oír el crepitar bajo mis botas; la
sensación de pureza. Me gusta hacer muñecos de nieve, una lucha de bolas, los
gritos de mis hijas cuando se tiran cuesta abajo por una calle nevada ¡Menudas
cuestas que hay en Fermoselle! Volver a casa y calentarme a la lumbre.
Abrigarme y
pasear lentamente por este pueblo mirando tanta belleza. Y lo que más me
gusta... es vivir aquí.”