EL
PULIJÓN,
NUESTRA
ANTORCHA SEÑERA

Cuando
finalizaba el año 1.973 y un grupo de fermosellanos decidimos crear una
agrupación con el principal objetivo de potenciar el devenir de la villa,
enseguida nos inclinamos por denominarla como Gran Peña Fermosellana “El
Pulijón” al considerar que ese símbolo festivo no debía caer en olvido. Así, en
las primeras fiestas en las que nos presentamos “en sociedad”, correspondientes
al año 1.974, hubo que preparar un pulijón que nos serviría de guía y que nos
uniría en el proyecto común que acababa de iniciarse.
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Donado por Manuel Rivera |
Antes de
seguir adelante, como deferencia a los lectores que desconozcan el significado
de esta “palabreja” y el objeto que representa, consultamos el “DICCIONARIO FERMOSELLANO” del que es
autor nuestro socio Roberto Fariza y que lo define como “Antorcha compuesta por
un palo terminado en tridente, en el que se coloca la base de un cántaro roto,
en él, se queman recortes de cuero con pez o brea, éste se utilizaba
antiguamente para iluminar los lugares donde se desarrollaba una fiesta,
posteriormente en las fiestas era paseado por la Villa por una persona, la cual
era seguida por la multitud. En la actualidad la “Peña El Pulijón” mantiene la
tradición en los días de las fiestas patronales. Manuel Rivera, en su obra “FERMOSELLE”,
escribe al respecto: “El pulijón, especie de tridente a manera de cazo sobre el
que se coloca un recipiente con pez y gomas que arden y otrora servía de
antorcha en las noches festeras. Los porteadores que más empaque y solera le
dieron fueron: “El Muerto”, “El Choto” “El Marujo” y últimamente la peña “El
Pulijón”.

Volvamos al
hilo del artículo. En las fiestas de 1.974 era obligatorio disponer del “artefacto
festivo”. De esta tarea se encargaron los
socios José Robles y Montero, y
lanzándose al monte consiguieron extraer
de una encina un palo un tanto irregular, pero que cumplió con el objetivo, alumbrando
durante muchos años la mayor parte de las calles de la villa en su recorrido,
de hecho aún se conserva en el domicilio social.
Por
cuestión de seguridad, a finales del siglo XX, hubo que recurrir a un pulijón
que garantizara su movimiento durante los desfiles y que no produjera daños
colaterales con el desprendimiento de gotas de la pez derretida que pudiese
dañar al portador, a peñistas o a espectadores. Fue el socio Ángel Pintado
quien de forma artesana elaboró uno en el que se eliminaron los tres “dientes”
del soporte superior siendo sustituidos por unos alambres.

En el mes de abril del año actual, José Mary “El
Bicho”, nos obsequió con una “joya pulijonera”, fabricada por José Rodríguez y
que según la fecha que figuraba en una hoja de periódico que tapaba el cántaro
corresponde al año 1.986 aunque su elaboración pudo haber sido anterior. En
este caso son tres pletinas rematadas en un aro que “abrazan” el recipiente las
que suplantan a los tres “dientes” de madera. En el próximo agosto encabezará
el desfile nocturno. Desde aquí, gracias al donante y al artífice.
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