TODOS LOS SANTOS Y DIFUNTOS EN
FERMOSELLE
Todos los Santos, el primero de noviembre, es una fiesta
dedicada al recuerdo de los antepasados. En sus inicios, el cristianismo
trasladó la fiesta de los difuntos a la primavera, ya que se vinculaba a la
creencia en la resurrección, celebrando la fiesta de los Mártires poco después
de la Pascua. Pero la fuerte tradición anterior, básicamente en los países de
cultura celta, acabó devolviendo la fiesta al otoño, en forma de doble
festividad. Por un lado, desde principios del siglo IX se celebra la fiesta de
Todos los Santos, dedicada a todos aquellos que por su comportamiento en vida
han ganado un lugar en el paraíso, el 1 de noviembre. En el siglo XI, el orden
monástico de Cluny creó el día de Conmemoración de los Fieles Difuntos con el
fin de rogar por todos los muertos. Popularmente, el conjunto de ambas fiestas
tomó la denominación genérica de Todos los Santos.
En Fermoselle se mantiene intacta la tradición de recordar
a los fallecidos en estos días otoñales. Las vísperas se dedican a arreglar y
adornar con sumo esmero las tumbas de familiares o amigos. Son muy pocas las
que ofrecen un ostensible estado de abandono lo que no resta a la bella estampa
que ofrece el cementerio. La tarde de “Todos los Santos” el párroco preside una
procesión seguida por numerosos fieles recorriendo el camposanto haciendo varias
paradas para rezar los correspondientes responsos.
Nuestro cementerio, de propiedad parroquial, es de planta
rectangular. Se encuentra situado a la vera de la carretera de Fermoselle a
Bemposta (Portugal) a unas centenas de metros de la villa, al final de la Portilla.
Se divide en ocho cuartos o cuarteles, cada uno con su nombre: San José, San
Antonio, San Isidoro. Otros están ilegibles. Para circular por él se hace a
través de cuatro calles a lo largo y otras tantas a lo ancho. Dispone de tres
puertas de acceso (una desde la ermita), y otra en la parte de atrás
exclusivamente para evacuar
desperdicios. También dispone de dos puntos de agua.
Lo conforman sepulturas muy antiguas junto a otras nuevas,
desde las más sencillas de tierra, pasando por nichos y panteones familiares de
mármol o granito. En algunos de los cuarteles hacen acto de presencia los
típicos cipreses. Desde hace unos años la parroquia construye nichos adosados
de tres habitáculos que se adquieren con cierta rapidez.
Adosada al camposanto se levanta la ermita de la Soledad, de estilo románico y de
una sola nave. Junto a la capilla mayor se conserva una puerta originaria de
curiosos modillones con cabezas humanas esculpidas que da acceso al cementerio.
Piedra saliente en la espadaña |
La espadaña presenta una gran losa
de piedra que sobresale de su sitio en el frontal prácticamente en el aire y
según se cuenta fue un rayo que cayó sobre la ermita quien la movió y que por
milagro no se precipitó sobre el tejado inferior.
Junto a la ermita, en el
exterior, hay varias cruces de piedra
que formaban parte de un antiguo viacrucis. Hasta hace unos años recogía
durante el año un Cristo yacente articulado
del s. XVII conocido como Nuestro Señor
de la Urna y que por seguridad se depositó en la parroquial de la Asunción.
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