FERMOSELLE,
VERGEL EN FLOR
Con cierto
adelanto se ha presentado la primavera con todo su esplendor y ofreciendo sus
mejores galas en el arribanzo del Duero y del Tormes, donde Fermoselle se alza
enhiesto como último centinela de la provincia zamorana.
Los colores verdes de
las más variadas tonalidades que abrazan todo el entorno, los arboles que
invitan a la contemplación de sus llamativas floraciones, los riachuelos que se
alfombran con un tupido manto de lambujo, las cascadas con una sinfonía que rompe
el silencio de parajes inescrutables y las chumberas que presentan sus frutos
semanasanteros vestidos del morado nazareno, son elementos propios de esta zona
que embriaga a cuantos se acercan a conocerla, quedando absortos de tanta belleza.
Todo esto y más lo atesora en su término
municipal esta villa medieval que cada día se levanta orgullosa de sus valores
naturales.
Y es que la
primavera es única en este territorio fronterizo con Portugal. Los almendros,
los granados, los manzanos, los ciruelos y otras variedades arbóreas motean los
bancales hacia el Duero, con sus aguas terrosas producto de las fuertes lluvias
del mes de febrero, esperando que las temperaturas no hagan mella en sus
incipientes gemas. Por doquier aparecen ejemplares herbáceos invadiendo caminos
y senderos que alegran el caminar de quienes se lanzan a patearlos. El mundo animal
se despierta y busca los rayos de sol que en estas fechas ya calientan lo suyo.
Fermoselle
en primavera es luz, magia, hechizo, flor, amor, sosiego, vida, regalo de la
naturaleza… Merece la pena disfrutar de todos esos dones que se nos dan
gratuitamente.
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