viernes, 9 de noviembre de 2012

Y LLEGÓ EL OTOÑO A FERMOSELLE
Ya huele a otoño en Fermoselle. Todo su entorno se puebla de mil colores al caer la tarde. La noche refresca y una llovizna gris casi imperceptible humedece los cristales. Al amanecer se aprecia cómo los árboles se desnudan lentamente creando una alfombra de hojas ocres y amarillas diseminadas por el suelo. Los días se acortan lentamente y nos empujan a refugiarnos en el hogar al calor del brasero o de la estufa. Las calles se muestran vacías y se escucha el silencio al apostarnos en las esquinas…
Pero el otoño en Fermoselle no solo es nostalgia, también es vida. Y así aparecen los buscadores de setas por doquier  tras los boletus y las de cardo. Y los labradores varean los almendros para la recolección, este año muy mermada, de las sabrosas almendras del arribanzo. Y se vigila la cosecha de la apreciada aceituna, una para sabrosar y el resto para obtener lo que llamamos el “oro líquido” fermosellano. 
Y los senderistas del fin de semana patean todo el entorno y disfrutan del colorido de las almarganas y los higos chumbos que bajo las casas colgantes hacia la Ronda se muestran exuberantes en granados y chumberas. Y por último, también en otoño, llenamos el camposanto de flores en memoria de nuestros difuntos…la  pena es que no se mantenga así durante todo el año.  En fin, es el momento de renovarse, de pensar, hacer, sentir, amar, de creer en uno mismo y de hacer que suceda todo lo que se desea. 
Finalizo con un poemilla compuesto por una niña de Primaria dedicada a esta estación otoñal: 
“Los pájaros se van,
buscando el calor.
Las hojas que caen
cambian de color.
El día es más corto
calienta poco el sol,
las setas y las uvas
¡qué ricas que son!”

El reportaje fotográfico corresponde a la cámara de Emilio Seco. Gracias por su amabilidad.

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