A VUELAPLUMA
OLGA RIVERA
“FERMOSELLE:
ALLENDE LOS MARES”
Olga Rivera, profesora, nacida en Zamora y fermosellana
de adopción muestra un amor sin límites por
la villa que vio nacer y crecer a su padre Manuel Rivera Lozano. Estamos
convencidos que esa atracción por Fermoselle le viene de las vivencias
compartidas desde su más temprana edad junto a Manuel, al igual
que hace ella con sus hijas en la actualidad. Un ejemplo a seguir.
Hace unos días, Olga
nos hizo llegar esta información que ya se publicó en la Opinión de Zamora el pasado mes de agosto. Nos parece curiosa y gratificante, por lo que la
compartimos en esta sección.
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Libro de texto |
“De todos es
sabido que los fermosellanos están esparcidos por los cuatro puntos cardinales,
que han sido muchos los que un día abandonaron su patria chica para buscar
nuevos mundos, para buscar mejores horizontes por la variada rosa de los
vientos, cruzando fronteras, mares y océanos. Y todos ellos llevando con
orgullo, llevando por bandera el nombre de su tierra.
Tanto es así, que el nombre de esta
villa cobra protagonismo en un libro de texto de “Español” del Reino Unido, publicado
por una prestigiosa editorial británica.
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Página del libro con el texto |
En una de las actividades propuestas, un
supuesto turista cartea a su amigo fermosellano, Andrés, relatándole que está
pasando unos días en su pueblo natal, del que seguramente Andrés le ha contado
las grandezas de esta tierra, sus orígenes, sus costumbres, sus fiestas, sus
señas de identidad...
El
remitente elige una tarjeta postal con una fotografía de la pintoresca calle
“La Nogal” y le expone sus impresiones y lo que le ha sorprendido de este
pueblo: su situación entre dos ríos, la visita al castillo y las espectaculares
vistas del río Duero, así como la degustación de sus excelentes productos
típicos: vino, aceitunas…, fruto de vides
y olivos, sustento de esta tierra.
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Calle La Nogal |
Le
establece una comparativa con su lugar de residencia, Madrid, le señala el
aislamiento de su ubicación y el ambiente rural pero resalta el placer de
pasear por sus campos y la amabilidad de sus gentes.
Cuentan
nuestros mayores que no hay rincón en el mundo sin un fermosellano. Y así nos lo
recuerdan con anécdotas ocurridas en la Plaza de toros de Ciudad de Méjico, en
una tribu india de Brasil o en cualquier rincón de Cuba, Australia o Argentina.
Será que todos ellos pregonan sus raíces a los cuatro vientos…
Damos
las gracias a “Andrés” y a todos los que como él, difunden
con orgullo el nombre de Fermoselle y llevan dentro de su corazón la tierra de
sus orígenes allende los mares.”